El negocio de lidiar con el terror

El negocio de lidiar con el terror

Para los terroristas que buscan la destrucción, las instituciones que están en el corazón de la economía global constituyen los blancos principales.

Los llamados de alerta, insólitamente específicos emitidos durante el pasado fin de semana por el departamento de Seguridad del territorio nacional de Estados Unidos, advirtieron sobre planes contra estas instituciones, incluyendo el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, en Washington y la Bolsa de Valores de Nueva York, en Manhattan. Por poco claro que estén las bases para esas advertencias, el anuncio de la administración de EEUU generó algunos temblores en los mercados, en los que los precios del petróleo subieron y las acciones cayeron al comienzo de la sesión. 

Por supuesto, no se deben ignorar alertas de esta naturaleza. Pero como le recordó el presidente del Banco Mundial, james Wolfensohn a su personal el domingo, no hay información que indique un momento específico para los ataques, ni que sugieran que son inminentes. Y tanto las empresas como los hogares han demostrado en los últimos años que se puede aprender a vivir con niveles de riesgo más altos, sin permitir que este contexto afecte su vida diaria y el funcionamiento de la economía.

La confianza entre los hogares y compañías norteamericanas ha demostrado ser asombrosamente resistente a las tensiones geopolíticas generalizadas. Los ataques del 11 de septiembre de 2001 en sí  mismos, aunque extensamente temidos como una seria sacudida a la confianza económica, en realidad casi marcaron el punto de viraje exacto en el cual terminó la poco profunda recesión en EEUU y se inició la recuperación. Y en cuanto al daño a la infraestructura financiera, los mercados volvieron a funcionar en una semana, y desde entonces los sistemas financieros se han fortalecido.

Si lo primero que tiene que temer EEUU es el temor en sí, entonces el resto del mundo debe sentir temor por los temores de EEUU. La recuperación económica global, y es lo preocupante, sigue dependiendo demasiado de que los negocios y consumidores estadounidenses mantengan la calma. Mientras las economías de la eurozona y Japón están creciendo con más rapidez, dependen demasiado en la demanda de exportaciones para su tranquilidad. Es difícil imaginar que la recuperación de la eurozona en particular se mantenga robusta, después de una gran caída en el crecimiento de EEUU.

Hasta ahora, a pesar del algo aguado crecimiento del producto interno bruto de EEUU en el segundo trimestre, hay pocas razones para entrar en pánico porque riesgos a la seguridad más altos por sí solos vayan a darle un vuelco a esta situación. De todas las fluctuaciones de  riesgo desde el 11 de septiembre, lo único que pareció tener un impacto sustancial fue la guerra en Irak, cuyos preparativos parecieron motiva a las empresas a que detuvieran sus planes de inversiones y contrataciones. Y esto estuvo relacionado con un acontecimiento específico que se resolvería pronto, de cualquier forma, y con mayores temores por la interrupción de los suministros de petróleo, no con un grado permanente de incertidumbre que se prolongaría indefinidamente.

Mientras que precios más altos del petróleo -que le deben bastante a los riesgos geopolíticos- inevitablemente tendrán algún impacto en el crecimiento económico, las compañías y las personas tendrán que aprender a vivir con mayor incertidumbre, sin entrar indebidamente en pánico. Hasta ahora hay señales tranqulizadoras de que está resultando así. Y ojalá que continúe de esa forma.

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