El negocio de los ayuntamientos

El negocio de los ayuntamientos

Desde que alguien se inventó en el año 1997 la famosa Ley 17-97 que el Gobierno tenía que incluir en el presupuesto de la nación el 4% de las recaudaciones para los ayuntamientos, éstos se han convertido en el mejor de los negocios para los Síndicos y Regidores del país, salvo contadas excepciones, y con ello ha quedado constituida una nueva clase dominante cómplice de todos los grupos políticos, que comenzó a actuar una vez desapareció la dictadura; o sea, en el mismo instante en que se instaló la democracia en la República Dominicana, lo cual se ha convertido en un monstruo para la cual lo más importante para la ciudadanía son los nuevos ricos alimentados muy bien por las prevaricaciones en cada localidad, pero pasan como desapercibidos, no salen nunca en los diarios ni en la TV, porque son los magos del crimen perfecto.

Los ayuntamientos son buenos negocios, muy rentables para los Síndicos, ahora Alcaldes, los Regidores y ciertos líderes políticos que actúan detrás del escenario, son en verdad el alcantarillado de aguas de corrupción económica que propicia toda clase de actividades y el éxito en sus gestiones está enmarcado en la máscara de los procedimientos que les proporciona el poder. Esta corrupción todavía ausente de estudio, emana de la misma naturaleza del sistema urdido de un Estado fraguado por un tinglado electoral respaldado por las oligarquías tradicionales que perviven aún después del surgimiento de la democracia, porque cuando los ricos han llegado al poder en nuestro pedazo de isla, esto ha implicado que se robe menos, porque el apetito del acumulador de riquezas no está muy distante del corrupto que tiene ya establecido un árbol genealógico.

Nuestra clase política nos ha sorprendido con subidas de sueldos espectaculares no solo en el Gobierno Central, sino también en todos los municipios, hasta en los ayuntamientos más alejados y pobres. Podríamos decir que siempre hay unanimidad, que nadie se abstiene para aprovecharse del vacío legal, cuando se trata de recoger más dinero por el trabajo jamás realizado de nuestros Regidores, porque ellos suelen ser los “verdaderos servidores de la patria” sin contar con las ganancias en las obras públicas municipales repartidas de grado a grado entre los bloques de regidores de los partidos.

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