El nepotismo, crimen contra la viabilidad del Estado

El nepotismo, crimen contra la viabilidad del Estado

Causa cierta compasión la ingenuidad, no necesariamente fingida, de funcionarios que defienden “el barrilito” aduciendo que ellos ayudan a muchas personas en situaciones y casos dramáticos, enfermedades, mortuorios. Convencidos, dicen, de que es un mecanismo correcto del Estado ayudar a los desamparados (incluyendo, claro, a sus propios parciales,  amigos y familiares). Sus jefes no les explican qué cosa es el nepotismo, ni por qué es una mala práctica. El libro de Mario Puzo sobre los Borgia les podría mostrar cómo hasta el Papa, cuando favorece sus familiares, tiende a cometer graves actos de corrupción.

La tradición sostiene que la palabra viene de Roma, porque corruptos cardenales y obispos, como no podían declarar sus hijos bastardos, los adoptaban como “nepotes”, esto es, sobrinos, y los beneficiaban con las finanzas de la iglesia.

El nepotismo es, pues, una forma ilícita de favorecer a un familiar, sin que este tenga méritos o calificaciones para un puesto, servicio o beneficio, pagados por el erario.

Cualquier buen católico, encontrará en la Biblia situaciones que demuestran que Dios no hace diferenciación de personas, que es justo y no admite favoritismos, puesto que  a su único hijo lo que le exigió fue el sacrificio por los demás. Cuanto más el Estado que, a diferencia de Dios, no se pertenece a sí mismo, sino que es patrimonio de todos los ciudadanos.

El Estado está obligado a tener una relación igualitaria con todos, no tiene, como habría dicho Juan Bosch antes de meter preso a alguien de su afecto, “ni familiares ni amigos”. Los sociólogos explican que las instituciones del Estado deber tener una relación con los ciudadanos en base a méritos y calificaciones; nunca particular, adscriptiva, difusa o afectiva, como la que tiene una madre con su hijo, o un funcionario con su sobrino.

El asunto es grave en un Estado cuyas instituciones son altamente deficitarias, como es nuestro caso. Favoritismo, enllavismo y clientelismo, son la negación del Estado; de los principios de universalidad, justicia, legalidad, e igualdad, que son su fundamento. Legislar, servir o usar sus recursos en favor propio o de parciales o amigos, es crimen en toda sociedad, mayormente en una decididamente precaria. Es un imperativo funcional que la gente crea y tenga  fe en las instituciones.

Sin esa fe en lo público, en su justicia e imparcialidad, y en sus propósitos de bien común, el Estado  es absolutamente inviable. Por eso es que un pequeño escándalo de nepotismo basta para obligar a un funcionario a renunciar en Europa y los EEUU.

El nepotismo, más que la evasión de impuestos y otros crímenes, es atentatorio contra la viabilidad del Estado.

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