Siendo muy niño, Mateo desarmó dos autos a control remoto que le habían regalado para extraer sus motores. Hoy, con 12 años y concienciado por la pandemia que le toca vivir, ha usado su conocimiento tecnológico para ayudar al personal sanitario de Fray Bentos, la ciudad del oeste uruguayo donde vive.
Quienes pasen por la cuenta «Matthew Prints» en las redes sociales Facebook o Instagram no pueden imaginar que, detrás de los llaveros personalizados, diseños de collares para mascotas o destapadores de botellas que ahí pueden verse, está Mateo Frascheri, un joven uruguayo que, además de creatividad, tiene conciencia social.
En tiempos de uso constante de mascarillas, Mateo sufría -como muchos de nosotros- dolor de orejas por la goma trasera después de pasar ocho horas en clase con ella puesta, así que fabricó, gracias a su impresora 3D, un extensor que suaviza esa presión.
Meses después, cayó en la cuenta de que algo similar le sucedería al personal de la salud, que pasa tanto tiempo dentro de los hospitales luchando contra la covid-19. Por eso, decidió hacer otros 50 y donarlos al centro sanitario de Fray Bentos, en el departamento (provincia) de Río Negro (oeste), uno de los más afectados por la pandemia en las últimas semanas en Uruguay.
«En realidad no es tan difícil. Es algo costoso al principio, después que le agarras la mano no es tan difícil», cuenta Mateo en entrevista telefónica con Efe sobre el uso de su impresora 3D para producir extensores.
UN REGALO NAVIDEÑO
A los 9 años, Mateo recibió un kit de Arduino -plataforma de desarrollo de software y hardware libres- como regalo navideño. «Es una placa programable que podés hacer lo que quieras con ella», explica.
Pero como no sabía usarla, pidió como regalo de Reyes ir a la Universidad Tecnológica (UTEC) de su ciudad para aprender. No contaba con el mayor obstáculo que tenía: su edad.
Entonces, su madre habló con el director de ese centro de estudios, quien logró que Mateo recibiera una tutoría por parte de un alumno que se llama igual que él y con quien conformó «un dúo dinámico».
Los dos Mateo armaron, entre otras cosas, un robot de sumo llamado RBot con el que buscaban presentarse a disputar un torneo, algo que no pudo ser.
«Nosotros lo armamos y cuando faltaba menos de una semana para la competencia nos dimos cuenta que tenía que ser automático, no podía ser a control remoto como nosotros lo habíamos hecho», subraya Mateo.
Sin embargo, la revancha apareció poco tiempo después y le permitió recibir un premio muy especial.
LA VISITA DE DAVID CUARTIELLES
En octubre de 2018, el español David Cuartielles, uno de los creadores de las placas Arduino, arribó a Uruguay y viajó a visitar la Universidad Tecnológica Fray Bentos.
Allí, se llevó a cabo el «Arduino Challenge», un concurso que tuvo al RBot como ganador y que permitió al joven recibir de manos del actual investigador de la Universidad de Malmo (Suecia) un ‘starter’ kit y una placa rubricada.
«Para mí un orgullo, porque es uno de los que inventó la placa y es mi favorita», cuenta Mateo sobre lo que significó conocer y poder dialogar con Cuartielles.
Si bien no sabe en qué quisiera trabajar, Mateo tiene claro que le gustaría ir a la Universidad Tecnológica a estudiar Ingeniería en Mecatrónica, una carrera que integra la mecánica, la electrónica y la informática asociadas a los procesos de automatización.
Además, su deseo es que mucha más gente se sume a ayudar al personal sanitario en unos momentos tan delicados para su departamento, con 101,21 casos por 100.000 habitantes según el índice de Harvard, y para todo el país (97,83 por 100.000).
Mientras tanto, su página «Matthew prints» ha aumentado el número de seguidores en los últimos días y médicos y dentistas se han convertido en solícitos clientes de sus extensores. La idea que surgió de un malestar en las orejas de un niño de 12 años derivó en contribución solidaria para quienes sufren en primera línea la pandemia.