El niño y la paz

El niño y la paz

GUSTAVO GUERRERO
Ahora que la violencia nos arrastra por caminos tortuosos de inexplicable contenido maligno; ahora que la agonía se prende en los dominicanos por la fuerza, al parecer incontenible, del asesinato, del atraco, de la violencia sexual y de innumerables delitos cometidos con una saña inexplicable; ahora revolviendo viejos papeles me encontré con un folleto del fallecido amigo doctor Emil Kasse Acta titulado El Niño y la Paz que es una verdadera joya por su contenido de elevación espiritual donde se establece una valladar para que el hombre comprenda su destino y propugne con todas sus fuerzas para la creación de un mundo de auténtica solidaridad para la paz que se requiere en estos tiempos de violencia sin medida en este planeta Tierra que habitamos.

Al volver a leer ese folleto me conmovió profundamente por su mensaje tan puro, tan amplio, capaz de contribuir a salvar la Tierra de la destrucción que la amenaza.

Así, de pronto, sin eufemismo y con la verdad desnuda, nos adentra desde el comienzo de El Niño y la Paz en un mundo de esperanzas dentro de un marco de verdadero amor que nos lleve ¡por fin! a la paz. Una paz no lograda desde los pueblos primitivos hasta las naciones de hoy porque «el mundo ha discurrido en una constante zozobra».

Desde el comienzo del opúsculo nos atrapa, nos obliga a seguir con vivo interés su lectura.

Nos alecciona, nos muestra con los brazos abiertos en imploración y con el índice en advertencia el Voto de la Paz del Festival Internacional por la Paz celebrado en París en 1986: «No queremos esperar hasta que los políticos nos traigan la paz, queremos edificarla todos juntos».

Hay pues una responsabilidad común para lograr la paz.

Sin el concurso de todos ese ideal tan anhelado, no se logrará jamás.

Por antes de ese mensaje de tan rigurosa verdad, hay otro que cala más profundamente. Y es el de uno de los más grandes pacifistas del mundo. De Mahatma Gandhi: «La no violencia no es un disfraz para la cobardía, sino la virtud más elevada de valentía. Requiere mucho más coraje no ser violento que ser un espadachín».

En este trabajo el doctor Kasse Acta revela a los infantes desde el Renacimiento, como querubines, a Freud con el recién nacido con la imagen de conocimientos sexuales, y llega al evolucionismo que «ha dejado de ser una teoría discutible, para convertirse en una realidad exhaustivamente demostrada.» De ahí que, con el evolucionismo «cada niño constituye una esperanza para acercarnos a la Paz, que un día debe disfrutar el mundo».

Preocupado por la destrucción del planeta en el desarrollo y posible uso de las armas nucleares, Kasse Acta, expone, en retrospectiva las guerras desde los egipcios, caldeos, fenicios, hebreos, medos, persas, griegos y romanos. Y también la caída de Constantinopla y la Revolución Francesa como violaciones a la Paz.

Hace el recuento de muchísimas guerreras que la historia consigna para caer en la zona de conflictos que hoy amenazan la paz mundial.

Pero mejor que este recuento bélico, es la encuesta realizada por el doctor Kasse Acta donde revela, con horror, cómo y qué piensan los adolescentes en los países subdesarrollados como el nuestro. Es escalofriante el resultado. Sólo tres muestras: 1.- desarme de hombres o pueblos por ambiciones de poder 98%. 2.- Producto del avance de la ciencia sustentado por el hombre que poco le importa usar sofisticadas armas con fines mortales 74%. 3.- Caos, fin del mundo y desaparición de la raza 96%. Pero en todo ese balance desgarrador, hay firmes ideas de hombres de buena voluntad que consideran que la paz no es imposible y la razón y no la fuerza debe decidir la suerte de los pueblos como dijera Pablo VI.

En la buena orientación del niño, está el futuro de una paz estable en el mundo, este fue y sigue siéndolo el más ferviente deseo del fallecido doctor Kasse Acta expuesto en su opúsculo El Niño y la Paz.

Han pasado muchos años y estas consideraciones toman una fuerza excepcional en los días agitados que vivimos…

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