El núcleo de un patriótico movimiento

El núcleo de un patriótico movimiento

El 25 de septiembre del 1963 fue la fecha fatal, en que felones y malandrines protagonizaron el artero golpe, que tiró por los suelos la constitucionalidad de la nación dominicana. La República fue empujada hacia la selva. Y el retroceso fue de por lo menos medio siglo.

José Francisco Peña Gómez y Rafael Molina Ureña pensaron en mí. Y una mañana recibí la visita de Napoleón Núñez Paulino. Napoleón me comunicó que venía donde mí de parte de José Francisco Peña Gómez y de Rafael Molina Ureña. Los dos estaban escondidos para protegerse. Peña Gómez me mandó su teléfono y para localizarlo él era “El Príncipe”. Molina Ureña por igual, se guarecía en un lugar especial. Y para conversar con él resultaba necesario pedir comunicación con “Pepe”.

Los aludidos dirigentes políticos querían que yo contactara al “coronel X”. Y lo pusiera en comunicación con ellos dos. Frente a Napoleón Núñez, mi inmediata reacción fue decirle: “Napoleón dímeles a Pepe y al Príncipe, que “el coronel X” no puede ser, porque él está amistado con los golpistas. Pero que en cambio, el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez sí puede ser. Porque él está que echa chispas y dado al diablo contra los golpistas”. Napoleón me dijo que él comunicaría eso de inmediato. Cabalmente así resultó. Rápidamente volvió donde mí con un breve mensaje que fue este: “Dicen Pepe y el Príncipe, que proceda frente al coronel Rafael”.

Así fue y llamé a Rafael Tomás Fernández a su casa, diciéndole que de urgencia lo quería ver. Me respondió que ese día, en la tarde me visitaba. Y así mismo ocurrió,  comunicándole el interés que tenían de hablar con él, los ya citados dirigentes del PRD.

Le di los teléfonos correspondientes y me prometió que a los dos procedería a llamarlos. Al otro día recibí como enviado de Rafael Tomás al señor Angito Rodríguez, quien aún vive y es el padre de los constitucionalistas Felvio y Urbano Rodríguez me dijo: “Dice Rafael Fernández que él quiere que le preste su apartamento para una reunión esta tarde”. Mi respuesta fue: Dígamele a Rafael que está bien. Que no hay problemas. Volvió el señor Rodríguez a participarme lo siguiente: “De parte de Rafael que la reunión es a las cuatro; pero que él va a llegar a las tres y que usted y él son los que van a recibir a los invitados. De tal modo ocurrió y los invitados que estuvieron presentes fueron: Héctor Lachapelle Díaz, Marino Almánzar y Fernando Cabral Ortega. (Los tres eran hombres de uniformes). La reunión fue celebrada donde residía a la sazón, en la Francisco Henríquez y Carvajal 284, altos.

A Lachapelle, Almánzar y Cabral los pusieron en retiro. Y a Rafael lo enviaron para España. El responsable de quedar al frente del movimiento fue el coronel Hernando Ramírez, quien el 24 de abril de 1965 movió el badajo de la campana de la gloria, para que Tirios y Troyanos escucharan el gran aldabonazo. Así como para que el pueblo fuera el gran protagonista.

La antigua “Voz Dominicana” desempeñó ese sábado 24 de abril de 1965 un primordial papel. Por sus ondas hertzianas fue llamado el pueblo para que apoyara a los militares constitucionalistas. Ese día de la radioemisora estatal fuimos sacados en condición de presos. Los pregoneros de las consignas “Constitución del 63 y Juan Bosch presidente”. Los apresados fuimos: Luis Acosta Tejeda, Mario Báez Asunción, Luis Armando Asunción, Pedro Muñoz Batista y un servidor que soy yo.

Presos caímos y vivos salimos, porque nuestro apresador, el entonces coronel José de Jesús Morillo López, nos mandó a la Policía… Y no a la “cueva de los leones, donde se vieron huellas de entrada; pero ninguna de salida”.

Mis férvidas evocaciones para Luis Acosta Tejeda, Pedro Muñoz Batista y Luis Armando Asunción, que se marcharon al ignoto punto, que a un tiempo mismo resulta punto de obligada salida y punto inevitable de la obligada arribada.

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