El nudo gordiano del petróleo 

El nudo gordiano del petróleo 

FERNANDO I. FERRÁN
Los precios internacionales del petróleo constituyen uno de los principales problemas que enfrenta el país hoy día. El otro somos nosotros mismos. Me explico. Cada día que pasa, el barril de petróleo está más caro. Según la Comisión Nacional de Energía y la Refinería Dominicana de Petróleo, la situación actual es insostenible. República Dominicana consume dos barriles por segundo, es decir, 10 millones de dólares al día, y para colmo por cada dólar estadounidense que sube el barril en el mercado internacional se pagan 50 millones de dólares adicionales.

De ahí que el llamado de atención de ambas instituciones: “El país, a un tris de la crisis por el petróleo”, sea tan oportuno como el preaviso que puedan significar los tres apagones generales padecidos en menos de 96 horas el pasado fin de semana.

De todos nosotros, quien está más consciente de esa realidad es el presidente Leonel Fernández. Si continua la alza astronómica del petróleo, el mundo entero “se encamina a una situación de ingobernabilidad y desestabilización”.

Así pues, bailando al ritmo del mercado internacional, más que al de la propaganda gubernamental, el país está obligado a ejecutar un plan de ahorro nacional a la mayor brevedad. “Para que éste sea efectivo, bastará que cada ciudadano haga uso racional de la energía, utilizando bombillos de bajo consumo y haciendo uso austero del combustible.”

Pero lamentablemente, ahí se esconde el detalle. En materia energética conducimos el país como guiamos los vehículos en la vía pública. Con enfado y frenesí.

Por un lado, no se cuenta con suficiente orden ciudadano para detener el derroche en el que seguimos viviendo, como si fuéramos ricos, y menos aún para acoger consejos como ese de pagar todos o el de utilizar un vehículo por salida, aunque la familia tenga más de uno.

Por el otro lado, el problema no reside solamente en la indisciplina ciudadana. También en la gubernamental. Y no me refiero solamente a la “cultura de las jeepetas” y demás bagatelas adicionales.

Al margen de ciertas cuestiones partidarias, es justo reconocer que se creó la expectativa de la renegociación de los contratos con generadores privados independientes, aun cuando que se sepa esto no se ha logrado. Tampoco han mejorado los índices de cobranza, ni se han vuelto más transparentes los costos de la producción, distribución y comercialización del servicio, y mucho menos se acerca la paulatina reducción de la tarifa eléctrica.     

Cierto, el problema del precio del petróleo no ha sido mayor gracias a que las actuales autoridades lograron bajar y mantener estable la tasa de cambio. ¿Qué quedaría de este país si la tasa de cambio hubiera seguido su carrera alcista, al igual que la del precio del barril de petróleo?

No obstante lo anterior, empero, dicha tasa, de estar contenida de manera artificiosa, empeora la situación. La población en general puede seguir malgastando una y mil veces lo que el Gobierno se ve obligado a subvencionar por razones políticas, gracias al forzado sacrificio si no penalización de todo el aparato productivo exportador.

En tal contexto, opino que es indispensable cortar el nudo gordiano del petróleo. El mundo contemporáneo utiliza cerca de 320 mil millones de horas-kilowatt de energía al día. Sin embargo, a pesar de cuantas protestas se expresen contra el cartel petrolero, y al margen de las catástrofes mundiales que con razón se atisban, no existe la panacea para dejar atrás la dependencia de petróleo. Ni en el país ni fuera de él.

Por ello mismo, al igual que Internet fue apoyado durante 20 años por el ejército estadounidense y 10 años más por la Fundación Nacional de Ciencias, antes de que Wall Street lo descubriera, guardando las proporciones, el Gobierno dominicano debe cuanto antes, no sólo exhortar y obligar al uso racional de los derivados del petróleo, sino invertir en proyectos de energía alternativa.

Y para todo eso, nada mejor que transparentar el costo real de la energía. Sólo así se impondrá un principio realidad capaz de disciplinar cualquier exceso en el consumo y se ensayarán formas realistas de mitigar a mediano plazo la continua crisis por los precios del petróleo.

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