El nudo es símbolo de ahorcamiento, de esclavitud. Hasta los múltiples nudos que les enseñan a los Boys Scouts denotan falta de movimiento. El nudo es un símbolo cultural como el de la corbata que nos cuelga del cuello cada mañana cuando vamos a trabajar. Es una larga lengua más abajo del ombligo, porque si se queda más arriba entonces hay que hacer el nudo de nuevo. ¿Duke de Kent o Lazo Internacional? Es como una cadena que se arrastra en una prisión  representando nuestra esclavitud. 

“No se te ocurra presentarte sin corbata”, me instruyó el director de un programa de televisión donde se me había invitado a comparecer. Mientras decía estas palabras le goteaban tres goterones de sudor  detrás de la oreja izquierda como me gotearon después a mí en la axila derecha debido al calor que hacía en el estudio. Es como si hubiéramos perdido nuestra identidad natural en un país tan tropical como el nuestro donde se nos  obliga a presentarnos aseado y con la lengua afuera como si fuéramos perros realengos. En cierto sentido eso es precisamente lo que somos la inmensa mayoría  en una sociedad donde se explota al trabajador.

No es ninguna coincidencia que en Europa los partidos de izquierda rehúsan comparecer con nudos de corbata alrededor del cuello mientras que para los de derecha ese es su uniforme oficial. ¿A qué se debe tanta insistencia en que nos presentemos siempre con saco y corbata en un clima tan africano como el nuestro? ¿Se nos ha ocurrido alguna vez analizar el mecanismo subliminal detrás de esta costumbre tan contradictoria? Es como si fuéramos zombies camino al cementerio, con un desempleo que nunca parece amenguar. Hay que inmolarse en cadalsos simbólicos para  sobrevivir. Nudos, ahorcamientos, como el escenificado recientemente por los médicos.