El nuevo desafío laboral

El nuevo desafío laboral

PABLO NADAL DEL CASTILLO
Recientemente nuestro país ha entrado a formar parte del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Centroamérica, pero uno de los aspectos que aún no se ha analizado es cómo podría variar nuestra legislación laboral para adecuarla o mejor dicho adaptarla, luego de la aplicación de este tratado comercial. Al día de hoy nuestros empleadores y trabajadores no se han sentado a pensar en este punto por estar discutiendo un aumento salarial, de una forma respetable pero a la vez muy dura. Recordemos que una negociación es ceder, consensuar, no dar la impresión sobre todo por la parte sindical de ser inflexibles, para tratar de ganar pequeños espacios de poder perdidos en el tiempo y con la población.

El primer efecto de este Tratado se reflejó en el país desde hace varias semanas en la pérdida de empleos en las zonas francas, sobre todo en Santiago, cosa que era de esperarse, pues nuestro sistema productivo está inflado por costos que son reales, pero que para los otros países no lo son, como el de la energía eléctrica (secreto a voces), para resolverlo el cual nadie hace nada y veámoslo de forma realista, consiste en negocio más redondo del país.

Pero lo que deseo señalar, es más bien cómo se afectarán las relaciones contractuales laborales, cómo habría que modificar nuestro Código de Trabajo, uno de los más avanzados del mundo, según la misma declaración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la avalancha de extranjeros que recibiremos de los otros países signatarios del Tratado buscando plazas de empleo en el país.

Al abrir el mercado laboral, si bien es cierto que ya no estamos encerrados, nos tendremos que adaptar a normas venidos de otros países que afectarán nuestra paz laboral y podrían causar un efecto dominó, que iría desde la forma de contratar a la forma de aplicar la Justicia Laboral.

Todavía al día de hoy ninguno de los países centroamericanos se ha abocado a este análisis, pues el mismo Tratado deja esto para más adelante. Se sabe que si no se cumplen con ciertas normas medioambientalistas o de discriminación laboral un producto o mercancía determinado no podrá entrar a los Estados Unidos, por ser fabricado por ejemplo por niños o usando mano de obra peor pagada que lo normal; me refiero en este punto al uso de nacionales de nuestro país vecino.

Nuestra pequeña estabilidad laboral está posiblemente al borde de sufrir una convulsión y no nos estamos dando cuenta. Creo que como la costumbre dominicana es esperar que el lobo llegue y esté a punto de comerse a Caperucita Roja, veremos que cuando verdaderamente nos demos cuenta de que pasa quizás ya el lobo nos habrá comido y actuemos una vez más como sumisos del país poderoso y, a la vez que como nuestros vecinos centroamericanos, nos dejemos arrollar por el tren.

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