Los ingenieros, técnicos y políticos que tienen en sus manos la administración de la energía eléctrica en nuestro país, tienen una asombrosa semejanza con guionistas de películas de misterio, terror y drama, ya que con sus explicaciones, análisis y presupuestos, colocan a la ciudadanía en el papel del espectador que trata de adivinar en qué concluirá una trama, quién será el asesino o cómo se salvarán los protagonistas y todo finaliza con una salida sorpresiva, de tomadura de pelo al público, cuando casi uno mismo ya se siente sospechoso de ser el criminal y la feliz e inesperada culminación del embrollo hace que todos aplaudan, rían o lloren.
Hemos tenido todo tipo de guionistas (¿o payasos?) diciendo cómo se resolverá el problema de la energía eléctrica: En seis meses, 1 ó 2 años, con un préstamo internacional, con la compra o instalación de una planta, con la construcción de una presa, la corrección de las conexiones ilegales, el aumento en la facturación, o con cualquier otra caballada que termina siendo otro embuste o distracción.
Ahora se está hablando de la compra de plantas de carbón porque las de gas natural no son factibles a corto plazo, pero esas, de carbón, tomarán entre 28 y 36 meses para su instalación luego de consultas, estudios y otras promesas que podrían duplicar la espera.
La conclusión es que, si con eso terminaríamos con los apagones, a los que nunca tendremos “circuitos privilegiados” o fantasías que luego se desvanecen de “24 horas de servicio” nos quedan de 2 y medio a 3 años cogiendo una pela de cinco décadas. ¡Señor, ten piedad de nosotros!