Hace 73 años el escritor inglés George Orwell escribió la novela “1984”. Un relato futurista como para ser leído en el 2050, que narra la idea de crear una nueva lengua para borrar del pensamiento toda concepción de la cultura anterior, lo cual significaba eliminar los viejos valores, desterrarlos de la sociedad.
En la obra aparece la figura del “hermano mayor”, en referencia obvia a Joseph Stalin, cuya presencia en todas partes de la novela daba la impresión de que lo observaba todo a través de una supuesta “policía del pensamiento”, con el propósito de perseguir a todos los que pretendieran pensar mal del sistema.
Aunque el autor era progresista y la novela se ambientaba en Inglaterra, la novela les sirvió a los norteamericanos como un arma de propaganda contra el régimen de Moscú; según decían: “no había padres para hijos ni hijos para padres”, porque todos se delataban en función de la fidelidad al líder.
La idea de esta entrega no es contar la novela, sino, por un lado, reconocer la capacidad del autor de ver el futuro tal como es hoy y, la vigencia de la novela al aparecer un nuevo hermano mayor y una nueva lengua con las mismas pretensiones atribuidas a un régimen imperante hace poco más de 73 años.
El hermano mayor de esta época es sin duda el dinero y la nueva lengua, no hay que pensarlo mucho, se está construyendo a través de la manipulación del pensamiento y del uso de nuevos códigos de comunicación.
El dinero es el hermano mayor con la capacidad de comprarlo todo: la conciencia, el pudor, la dignidad y todos los conceptos traducidos en los valores que habían normado nuestras vidas.
Justo en Inglaterra, algunos templos religiosos y sagrados están dedicados a bares, discotecas y se sabe que eran iglesias por la arquitectura. Se ha borrado ya la creencia y la fe para dar paso a la nueva forma de verlo todo bajo la lupa del dinero.
No tenemos que pensar mucho para verificar si existe o no una “nueva lengua”. Pues sí, incluso con la intención de hacer cenizas hasta composiciones musicales, como las que al final del siglo pasado dieron a conocer al país en el mapa global. No se deja nada a la imaginación, como para que nadie piense.
El dinero como hermano mayor ha creado los mecanismos para la distracción, tanto así que en las enormes filas de personas esperando en la parada del Metro o de una OMSA, la gente no piensa en que su dignidad es afectada con un servicio horrible de transporte, aun donde la inclemencia del tiempo azota, como el calor de una temperatura a 35 grados centígrados o una fuerte tormenta momentánea como las que ocurren con frecuencia.
La gente sencillamente se “entretiene” con el celular, atendiendo a los chismes y a la última vulgaridad aparecida de las redes, como sería una joven exhibiendo sus partes intimas para incitar el morbo y cobrar por ello.
El dinero es el hermano mayor con la capacidad de comprarlo todo
No se deja nada a la imaginación, como para que nadie piense
La gente se “entretiene” con el celular, atendiendo a los chismes