El nuevo orden de Europa

El nuevo orden de Europa

(II/III)

Desde 2010, se han aplicado muchas medidas para enfrentar la crisis de la gran recesión del 2008 en la Eurozona. Justo cuando la UE estaba comenzando a recuperar la confianza del público, esta se vio afectada por la extraordinaria ola de refugiados iniciada en el 2014, en donde más de un millón de personas se habían desplazado para diciembre del 2015, afectando a unos países más que a otros, especialmente a Alemania, poniéndose de manifiesto incoherencias evidentes en la aplicación de normas comunes relativas al movimiento de personas, producto de la guerra civil de Siria. En estos momentos, los desplazamientos continúan, aunque en menor medida.
Además de las normas presupuestarias más estrictas y el inicio de una unión bancaria, se aplicaron nuevos esfuerzos para fortalecer el Mecanismo Europeo de Estabilidad (ESM), que, ahora, está destinado a servir de respaldo al Fondo Único de Resolución. En una reunión reciente del Eurogrupo, los ministros de finanzas de la Eurozona acordaron reformas para permitir que los Estados miembros, fundamentalmente «sanos», tengan acceso a líneas de crédito «contingentes» si cumplen ciertas condiciones.
Bajo las últimas reformas de la Eurozona, se ha reemplazado la responsabilidad directa por la responsabilidad conjunta, restando, de este modo, el impacto que podrían tener las decisiones financieras de los países ante una crisis. La situación actual en Italia debería servir como una advertencia para todos aquellos que abogan por compartir el riesgo. El único enfoque en la solidaridad significa que los problemas reales de la Eurozona no han sido resueltos, sino que se han compartido las responsabilidades. Esto incluye altos niveles de deuda pública y privada, instituciones débiles, mercados excesivamente regulados y correcciones de balance aún incompletas por parte de corporaciones y bancos.
Hay otras similitudes que se observa de un país a otro, que son: las protestas y la rebelión política, más orgánicas que las lideradas por grupos tradicionales o líderes reconocidos.
Con las elecciones del Parlamento Europeo, acercándose rápidamente, este no es el momento para la complacencia. Después del referéndum BREXIT, se renovó la esperanza con la elección del presidente francés Emmanuel Macron en 2017. Pero en 2018, las perspectivas de Europa volvieron a un estado de profunda incertidumbre, incluyendo la propia Francia. Dadas las circunstancias actuales, no se puede predecir lo que traerá el 2019.
Los límites de las políticas de solidaridad de la Eurozona se están comprobando. La difusión de respaldos no solo evita que el riesgo financiero se mitigue, adecuadamente, sino que, en realidad, incentiva la toma de riesgos mayores. En caso de una posible crisis, la incapacidad de los gobiernos para asumir esta carga colectiva quedará al descubierto, dada la falta de cohesión que existe en estos momentos.
Las consideraciones de hoy en día, ya no son simplemente aquellas inclinadas hacia laizquierda o derecha,o conservadores enfrentados contra los liberales. Aunque esas batallas todavía existen, ahora la desestabilización viene desde otros ángulos y otras direcciones. Están dirigidas por lo que Ivo H. Daalder, embajador de Estados Unidos ante la OTAN, describió como: «una población que está cada vez más molesta con la forma en que 20 años de globalización han cambiado la dinámica interna de la sociedad».
Las elecciones de Italia, celebradas en un contexto de deterioro económico y crisis migratoria, hicieron que los populistas obtuvieran algo más del 50% de los votos. Italia se encuentra a la vanguardia de una tendencia en auge en la Unión Europea, que promueve dar la espalda a los partidos tradicionales, actitud política seguida muy de cerca por Grecia. En Europa, la tendencia lleva ya unos años consolidándose, por lo que resulta importante señalar países que ya llevan un tiempo en manos de populistas, tales como Polonia, Hungría, Eslovaquia, Bulgaria, Serbia y la República Checa.
Sobre la influencia de Rusia en el auge del populismo en Europa, algunos expertos señalan que es «muy difícil» medir una estrategia que se base más en «desautorizar» el proceso democrático que en introducir nuevas ideas. Solo cinco de los 27 países del bloque -los expertos han excluido a Malta- han visto desvanecer el populismo en la última década.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas