Madrid.-Lo conformado hasta este momento es que el rey emérito Juan Carlos I comunicó hoy a su hijo, el rey Felipe VI, su “meditada decisión” de salir de España para facilitarle su “alta responsabilidad” y marcharse a vivir en otro país ante la “repercusión pública” que han tenido “ciertos acontecimientos pasados de su vida privada” relacionados con presuntos negocios turbios y supuestas cuentas ocultas en Suiza.
Aunque medios españoles reseñan que su destino sería República Dominicana, Suiza o Arabia Saudita, el rey emérito de 82 años de edad no ha revelado cuál será su nuevo país de residencia, aunque es precisamente en la ciudad suiza de Ginebra, origen de las actuales investigaciones, donde reside desde 2013 una de sus hijas, la infanta Cristina, también alejada de la vida pública española tras la condena por corrupción de su marido, Iñaki Urdangarín.
Sin embargo, otros apuntan a la República Dominicana, «donde Pepe Fanjul, que ve en Juan Carlos al «amigo más leal que se pueda imaginar, no tendría problemas en darle acogida», según reseña en su edición digital la revista revistavanityfair.es
Agrega que tras la abdicación, en junio de 2014, «Juan Carlos desapareció en Casa de Campo, el exclusivo resort que los Fanjul tienen en La Romana, al suroeste de la isla de La Española, justo en la otra punta de donde encalló la Santa María de la expedición de Colón en el azaroso inicio del descubrimiento de América».
Con gran serenidad. En un comunicado, la Casa Real informó de que Juan Carlos I remitió una carta a su hijo en la que le expresa su “meditada decisión” de trasladarse a vivir fuera de España, la cual afirma que adopta “con profundo sentimiento, pero con gran serenidad».
“He sido rey de España durante casi cuarenta años y durante todos ellos siempre he querido lo mejor para España y para la Corona”, asegura Juan Carlos de Borbón, quien abdicó en la persona de su hijo en junio de 2014 tras 39 años de reinado, pilotar una transición a la democracia que en su tiempo se consideró modélica y frustrar e impedir el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.
En su carta, el rey emérito añade asimismo que pretende facilitar el ejercicio de las funciones de Felipe VI “desde la tranquilidad y el sosiego que requiere -subraya- tu alta responsabilidad” (…). “Mi legado y mi propia dignidad como persona así me lo exigen».
El comunicado señala que Felipe VI ha transmitido a su padre “su sentido respeto y agradecimiento ante su decisión».
“El rey -reza el texto- desea remarcar la importancia histórica que representa el reinado de su padre, como legado y obra política e institucional de servicio a España y a la democracia, y al mismo tiempo quiere reafirmar los principios y valores sobre los que ésta se asienta, en el marco de nuestra Constitución y del resto del ordenamiento jurídico».
Las investigaciones. Las investigaciones de la Fiscalía de Ginebra sobre donaciones presuntamente vinculadas con Juan Carlos I, iniciadas en 2018 pero que no se conocieron hasta marzo de este año, dieron comienzo a los actuales problemas del rey emérito, que le han llevado hoy a tomar la decisión de abandonar España.
El primer fiscal de Ginebra, Yves Bertossa, investiga desde hace dos años donaciones millonarias vinculadas con Juan Carlos I y su antigua amiga íntima Corinna Larsen, ante la sospecha de que se tratara de operaciones de blanqueo de dinero.
El pasado 3 de marzo, el diario local Tribune de Genève revelaba que una de esas donaciones se elevaba a 100 millones de dólares, pagados por el Ministerio de Finanzas de Arabia Saudí a una cuenta en el banco privado suizo Mirabaud a nombre de la entidad panameña Lucum, de la que Juan Carlos I era único beneficiario.
Según aquella información, parte de ese dinero se retiró de la cuenta y la mayor parte del monto restante, unos 65 millones de euros, presuntamente se transfirió a Larsen a través de la sucursal de otro banco ginebrino en las islas Bahamas.
También se conoció entonces que la fiscalía suiza investigaba posibles vinculaciones entre estas sumas y supuestas comisiones pagadas al rey emérito tras la adjudicación a un consorcio de firmas españolas del contrato para las obras del tren de alta velocidad entre las ciudades saudíes de La Meca y Medina.
Aunque Bertossa llevó estas investigaciones con discreción, en noviembre del pasado año se supo que la fiscalía ginebrina había pedido a la Audiencia Nacional española audios de un encuentro que mantuvieron en Londres en 2015 el excomisario José Villarejo y Corinna Larsen en relación con estas pesquisas.
A raíz de que se conociera todo esto, el 5 de marzo la Fiscalía Anticorrupción española envió a Suiza una comisión rogatoria para recabar datos sobre la presunta donación de 65 millones de euros a Larsen.
Pocos días después, el 15 de marzo, el rey Felipe VI renunció a la herencia de su padre y le retiró la retribución del Estado, aunque siguió manteniéndolo como miembro de la familia real con la consideración de rey emérito.
Por otro lado, las investigaciones en Suiza llevaron a la Justicia española a retomar las pesquisas en torno al rey emérito, pese a que con anterioridad había renunciado a ello por falta de evidencias.
La semana pasada, un juez de la Audiencia Nacional citó a Corinna Larsen a declarar el próximo 8 de septiembre por los audios con Villarejo, en los que al parecer mencionaba las cuentas del rey emérito en Suiza.
Una brecha. Todo este cúmulo de informaciones le llevó a Felipe VI a distanciarse de su padre, una brecha que ha terminado de agrandarse con la decisión del rey emérito de marcharse de España “guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a sus instituciones” y a su propio hijo, según indicaba en su carta.
Ese distanciamiento se ha reflejado también en sus apariciones juntos, que se han limitado a algún encuentro familiar, el último de ellos el funeral por su hermana mayor, Pilar de Borbón, en enero pasado.
Desde su abdicación, el rey Juan Carlos se ha prodigado más en su vida privada que en la pública, al refugiarse sobre todo en sus amigos y en aficiones como la gastronomía, las corridas de toros y, en especial, la navegación a vela.
En varias ocasiones ha disfrutado del fútbol en los estadios del Real Madrid y del Atlético de Madrid, y del tenis, animando a su amigo Rafa Nadal.
También ha conservado la afición a la Fórmula 1, aunque, cuando estuvo en el gran premio de Abu Dabi en noviembre de 2018, le generó un quebradero de cabeza su saludo al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, envuelto por entonces una polémica por sospechas de su presunta implicación en el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi, ocurrido al parecer en el consulado de Arabia Saudí en Estambul.
Con una movilidad física cada vez más afectada, el rey emérito volvió al quirófano en agosto de 2019 para someterse a una delicada intervención de corazón que se desarrolló con éxito. Fue visto por última vez el 16 de junio pasado, cuando acudió a una clínica madrileña para someterse a un chequeo médico.