El nuevo TSAR de Rusia…. el coronel de la KGB

El nuevo TSAR de Rusia…. el coronel de la KGB

Para nosotros en occidente entender medianamente la crisis política en Ucrania, no sólo basta tener un profundo conocimiento histórico de ese país, sino también una comprensión de los acontecimientos económicos y políticos – pasados y presentes – que interactúan no sólo en Ucrania sino en toda esa región.

El lío que ha formado este nuevo Tsar (Vladimir Putin ) no tiene madre, como antiguo coronel y jefe de la KGB, se siente con derechos de resucitar la época gloriosa del imperio de los Romanov.

El temperamento de este señor es extraño, a veces se presenta y se hace retratar medio desnudo montando un caballo como si fuese un jinete apache, otro día, posando con una AK-47 y, al siguiente, tirando una patada voladora usando vestimenta de luchador romano. Con estas credenciales pictóricas como carta de presentación, predecir este sujeto es complicado.

Putin invade la provincia de Crimea y comete un grave error. No necesitaba tal despliegue, pues ya tenía in situ fuerzas e influencias suficientes para garantizar sus intereses y seguridad. No estaba tampoco amenazado por fuerzas militares de Ucrania.

Pero Europa tiene que cargar con sus responsabilidades, pues todo esto se desencadena cuando la Comunidad Europea pone en efecto políticas de vecindad plasmadas en acuerdos de colaboración con varios países de la extinta Unión Soviética. Ucrania ahora se niega a firmar por las presiones de la Federación Rusa.

La Comunidad Europea debió negociar primero con Rusia, disipando sus temores, dándole garantías que sus intereses no serían afectados y, después, diseñar e implementar un plan de acercamiento con Ucrania. Parece ser que Rusia no quiere que suceda con Ucrania lo que pasó con los países bálticos – Estonia, Letonia y Lituania – que se mudaron como miembros de la Comunidad Europea (2004), perdiendo Rusia así toda influencia con respecto a ellos. Pero pudiese ser, como afirman muchos, que Rusia quisiera reparar el error histórico de Nikita Kruschev de anexar la región de Crimea a Ucrania.

Mañana domingo es el referéndum secesionista en Crimea, el cual Rusia impulsó y aprobó con anterioridad. Como se sabe, Washington y la comunidad internacional anunciaron que no reconocerán tal desatino.

Paso muy peligroso este de los separatistas, pues de aprobarse esa consulta plebiscitaria, cerraría todas las puertas a una negociación y apertura diplomática del conflicto.

Pero la cosas a última hora se complicaron más, pues el pasado martes las autoridades regionales de Crimea aprobaron una declaración de independencia unilateral, invocando el modelo de Kosovo, que en febrero de 2008 se autoproclamó independiente de Serbia. Ese plan definitivamente tiene el sello de Moscú para evitar que el Kremlin pueda ser acusado de anexión si incorpora a Crimea. El problema es que en Ucrania los referendos locales son ilegales si no cuentan con el apoyo de Kiev.

El coronel parece que desea y exige, que los oligarcas rusos – como le dicen en Rusia a los grandes banqueros y altos ejecutivos de empresas trasladen sus activos de vueltas a Rusia. O sea, la batalla ahora parece ser que después de unas semanas de escalación del conflicto, se trasladará al campo financiero.

El temor de los oligarcas rusos de perder acceso a las finanzas de Occidente tiene temblando al sector empresarial de la Federación Rusa, pero es poco lo que pueden hacer, pues para el nuevo Tsar y su entorno, casi todos ex miembros de la KGB, las consideraciones económicas tienen que ser subordinadas a la política y siempre deben venir acompañadas de lealtades al nuevo César de Rusia.

El presidente Obama puede ordenar sanciones sin consultar al Congreso, pero creo esperará cómo viene el referéndum del domingo (mañana) para decidir. En Rusia, es posible que estén apostando a que las sanciones no sean tan draconianas y, me temo, que responderán desproporcionadamente. Ya de hecho, Gazprom ha indicado que podría cortar el suministro de gas natural a Ucrania – lo mismo que hizo en el 2009 – pues alega que hay facturas sin pagar.

El caso de Gazprom es curioso, pues para los analistas financieros esa corporación debería ser rusa 100%, pero ahora se destapó una información que indica que, la mayoría de los accionistas de esa empresa están de este lado. Así de complejo es el asunto. Los intereses de los superbillonarios ya uno no sabe en qué latitudes residen.

En Occidente a veces no entendemos bien las cosas de esos lugares. Los rusos, cuando hablan de la región de Crimea con respecto a Ucrania, es una cosa distinta a como se aprecia por aquí. Por ejemplo, dice la investigadora Emmanuelle Armándom en el periódico Liberation de Paris: “Para los rusos, Crimea es Catalina II, es el poderío naval del Imperio ruso, es Yalta, los palacios imperiales, los poemas de Pushkin y las novelas de Chéjov”.

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