En una de esas ocasiones en que nos quejábamos de la salud pública en nuestro país y, en especial, lo dantesco de la oferta de servicios en Maternidad La Altagracia, sobre-demandada, con un presupuesto miserable y un desorden administrativo grosero, el extinto profesor Calventi, prisionero del sistema en su condición de director, trató de educarme en paciencia y tolerancia frente a las circunstancias de fuerza mayor y sus palabras, combinación de admonición y elogio, fueron “Tú eres un poeta”, significando finalmente que yo vivía en un mundo de fantasías.
Se está produciendo una transformación global en el comportamiento de los políticos y los ciudadanos; muy pocas poblaciones en el mundo creen en planteamientos ideológicos, doctrinarios o filosóficos; en los procesos electorales ya se ven desnudos los aspirantes a enriquecerse con el erario, los buscadores de prebendas y los que para acelerar o forzar sus actos de corrupción son tan descarados que generan desconfianza popular casi unánime y no importa qué prediquen o qué prometan su descrédito es monstruoso y no logran respaldo salvo de aquellos que están también franca y decididamente “en busca de lo suyo”.
Entonces, como no hay discurso o ideología que convenza, la lucha entre políticos y sus partidos en casi todo el mundo ahora se centra en cuál es más corrupto y se aprovechan los escenarios o el uso del poder para descalificarse mutuamente y en esa coyuntura la gente se solaza leyendo en los medios de comunicación a los idealistas, filósofos y moralistas, todos soñadores, que arreglan el universo con sus fantasías en el sublime espacio de un poema, como lo hice yo.