Washington.- Las autoridades de EE.UU. indicaron hoy que el principal sospechoso de la matanza de Dallas (Texas), en la que murieron cinco policías, era un veterano de guerra que estuvo motivado por las recientes muertes de afroamericanos a manos de la Policía y el deseo de matar a “policías blancos».
“El sospechoso dijo que estaba enfadado con la gente blanca, especialmente con los policías blancos. El sospechoso declaró que no estaba afiliado a ningún grupo e indicó que hizo esto por sí solo”, anunció hoy en una rueda de prensa el jefe de la Policía de Dallas, David Brown, convertido en uno de los rostros de la tragedia.
El principal sospechoso, identificado como Micah Xavier Johnson, de 25 años y afroamericano, murió tras el ataque mientras se mantenía atrincherado en un estacionamiento debido a la explosión de una bomba que la Policía envió cerca de él adosada a un robot.
Fuentes del Pentágono indicaron a Efe que Johnson estuvo destacado entre noviembre de 2013 y julio de 2014 en Afganistán con el Ejército de EE.UU., y entre marzo de 2009 y abril de 2015 formó parte de la reserva del Ejército estadounidense, figurando como especialista en actividades de carpintería y albañilería.
Según The New York Times, Johnson es el único agresor que disparó un arma en el ataque que comenzó anoche sobre las 20.45 hora local (01.45 GMT) durante una protesta contra la violencia policial que se desarrollaba pacíficamente en el centro de Dallas y que ha dejado cinco agentes muertos y nueve heridos, incluidos siete policías.
No obstante, por el momento, el jefe de la Policía local ha rechazado confirmar este extremo y ha hablado de “varios sospechosos” que perpetraron un ataque “bien planeado».
Al margen del fallecido, la Policía mantiene en custodia a tres personas, incluyendo a una mujer negra que fue detenida en el mismo estacionamiento y a otros dos individuos, cuya raza no se ha dado a conocer y que habían huido del lugar de los ataques y circulaban por la autopista.
Las autoridades no han desvelado qué relación mantenían estas personas con Johnson, que no tenía antecedentes penales ni vínculos con grupos terroristas, y que durante su tiempo en el Ejército recibió numerosas condecoraciones, como una distinción por la lucha global contra el terrorismo y una medalla de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
La última residencia de Johnson estaba en Mesquite, un barrio residencial a las afueras de Dallas. El sospechoso muerto, que disparó contra los agentes que intentaban convencerlo de que se rindiera, aseguró haber colocado explosivos en el estacionamiento en el que se encontraba y por todo el centro de la ciudad, extremo que descartó la Policía después de haber registrado y acordonado la zona.
El ataque se produjo cuando manifestantes, al igual que ocurría en otras grandes ciudades de EE.UU. como Nueva York, Los Ángeles o Atlanta, protestaban por los últimos incidentes de violencia policial con tintes raciales registrados en el país.
En concreto, la protesta respondía a la muerte de Alton Sterling, un hombre negro al que dos policías blancos dispararon el martes a quemarropa cuando lo tenían sometido en el suelo en Baton Rouge (Luisiana), y del joven Philando Castile, muerto el miércoles en Falcon Heights (Minesota) al que un policía que lo detuvo en su vehículo por una infracción de tráfico le disparó. En un comunicado, la familia de Sterling llamó a la calma y dijo que “responder a la violencia con más violencia no es una solución».
“La respuesta nunca debe ser la violencia, la respuesta debe ser la acción. Calmada, pacífica, cooperativa y determinada acción”, dijo de manera similar la fiscal general de EE.UU., Loretta Lynch, que pidió calma tras la peor matanza de policías cometida desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.
En reacción a la tragedia, el presidente de EE.UU., Barack Obama, ha declarado cuatro días de luto y la colocación de las banderas a media asta, mientras que los virtuales candidatos a la Casa Blanca, la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, suspendieron sus actos de campaña previstos para hoy.
El tiroteo se produjo a poca distancia del lugar en el que fue asesinado en 1963 el presidente John F. Kennedy. Las imágenes del ataque, publicadas en las redes sociales y en medios de comunicación, muestran confusión, angustia y a decenas de personas que corren y tratan de esconderse de los tiros en soportales y tiendas, mientras los policías se parapetan en esquinas mientras sostienen rifles en busca del origen del ataque.
Este incidente ha consternado a Estados Unidos, que ha vivido repetidos episodios de tensión racial desde hace más de un año, especialmente tras la muerte en Ferguson (Misuri) en agosto de 2014 del joven negro Michael Brown a manos de un agente blanco que luego fue exonerado de todos los cargos. EFE