El odio

El odio

Defendiéndose de la bellaquería del actual Procurador General de la República, Miriam Germán, recordó la inapelable sentencia: “El rencor es un huésped ingrato, que se come al que lo alberga”. Igualmente, diría yo, el odio es un huésped malsano que corroe el alma de quien lo alberga. El odio por razones étnicas, religiosas, políticas, de clases y por opciones de carácter sexual, entre otros, es el fantasma que recorre y amenaza el mundo actual, es la bestia que azuzan diversos sectores del populismo ultranacionalista, xenófobo y racista, que se expresa en agresiones físicas y verbales y hasta en matanzas como la cometida por un fanático del supremacismo blanco en la los Estados Unidos el pasado fin de semana, que cegó la vida a 22 inocentes.
El odio hacia el percibido diferente, recientemente ha provocado diversas matanzas en el mundo, hasta en países tradicionalmente pacíficos como Noruega donde un islamófobo, autodefinido como nazi, protagonizó una matanza de 77 personas. En Italia, luego de que la supremacista y racista Liga del Norte asumiera el poder junto al populista Movimiento 5 Estrellas, las agresiones por motivos raciales se han multiplicado dramáticamente. En toda Europa el ultranacionalismo xenofóbico, ese tipo de agresiones se multiplican y en los Estados Unidos, con el ascenso de Trump a la presidencia, el odio hacia el extranjero y particularmente hacia los negros se incrementa sostenidamente, al tiempo de que se desmontan diversas conquistas sociales de la administración Obama.
La historia de la humanidad está llena de matanzas, holocaustos, reclusiones, represiones y persecuciones a enteros pueblos por razones étnicas o religiosas. Pero, nunca ese fenómeno había alcanzado las dimensiones y simultaneidad geográfica como en la actualidad. Nunca como hoy, ese fenómeno se había expresado como una internacional del totalitarismo en la confluyen de manera articulada gobiernos de países de tradiciones políticas tan disímiles como Rusia, Estados Unidos, Hungría, Italia, Brasil. A eso se suman dirigentes políticos de primer plano de Francia, Austria, etc., y los nacionalismos secesionistas catalanes, belgas y de otros países, cuya impronta ultranacionalista, racista, xenofóbica, homofóbica y sexista en gran medida les es común.
La difusión del odio es mundial y de las consecuencias del crecimiento de esa bestia no escapa nadie, por lejos que se sienta estar. Tampoco ninguna actividad política, cultural o deportiva, los gritos racistas y xenofóbicos contra futbolistas y deportistas negros en Europa y cada vez más notorios en la Italia de la Liga del Norte, son motivos de preocupación de sectores políticos y sociales que se baten por lo mejor de la tradición democrática de ese continente. También, la ONU expresa su preocupación por el hecho de que diversas plataformas digitales y redes sociales se han convertido en medios para la difusión del odio contra los inmigrantes, y utilizada por dirigentes políticos como Salvini en Italia para promover “posts” contra los inmigrantes (racistas de forma y fondo) dirigidos a menores de edad.
Odio, prejuicios, supremacismo y ultranacionalismo envenenan el alma de quien los alberga. Desafortunadamente, el uso de esos recursos es cada vez más frecuente en campañas electorales y políticas, sin importar que determinadas instituciones políticas o religiosas se degraden irremediablemente.

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