El Ojo del Arúspice vuelve con su mirada y en complicidad literaria

El Ojo del Arúspice vuelve con su mirada y en complicidad literaria

En un mundo atribulado por conflictos, guerras y enconos sempiternos, la vida nos ofrece también el contrapunto de la poesía y la literatura, un bálsamo que nos ayuda a dar un sentido a la existencia, por encima de las miserias humanas. En compensación y esfuerzo de equilibrio frente a esas adversidades, de tiempo en tiempo, es bueno contar con una porción de ese elemento prodigioso.
Esa fue precisamente la oferta exquisita en el marco de la puesta en circulación en Casa de Teatro del libro El Ojo del arúspice, del poeta José Mármol y que se inició con palabras jocosas, simpáticas y siempre ocurrentes de Freddy Ginebra, quien luego presentó a Soraya Lara, esposa del escritor y novel editora del libro.
Esta presentación de El Ojo del arúspice, una reedición 32 años después de lo que fuera la opera prima de Mármol, un pequeño libro de poemas, fue disfrutada a plenitud por amigos, poetas, escritores, intelectuales, hijos y demás familiares, compañeros del arte de la palabra escrita, artistas, intelectuales y maestros.
Después de dar las gracias a Ginebra por la acogida en ese centro del arte y la cultura, Mármol hizo un pormenorizado recuento de lo que fue sus inicios en el mundo poético y literarios ante un auditorio que se congregó de forma nutrida y entusiasta en Casa de Teatro para celebrar lo que Ginebra calificó con mucha propiedad como una fiesta de la poesía dominicana.
A renglón seguido dio también gracias por haber sido premiado con la reedición de su primera publicación, ahora corregida y comentada por un grupo de importantes personalidades de las letras dominicanas, pero, sobre todo, amigos, de lo que fuera un pequeño libro de poemas, que primero se llamó en privado Sistema de referencias, para quedarse luego con su definitivo título, escrito y publicado entre sus veinte y veintitrés años de edad.
Mármol dijo que pensó que la vigencia de esa primera entrega nunca pasaría de la efímera efervescencia de una juventud forjada con ideales humanísticos y sociales, en medio de precariedades, urgencias cotidianas, sueños, luchas, estudios universitarios, desengaños, ucronías, utopías y distopías.
Narró que cuando tuvo en sus manos los primeros ejemplares del Ojo del arúspice, publicado en 1984 en la Colección Luna Cabeza Caliente, que fundó y dirigió el destacado poeta y amigo Alexis Gómez-Rosa, y cuyo diseño de portada descansa en un dibujo de la artista Susana Golding, trabajado bajo la asesoría del conocido creador visual y académico Carlos Sangiovanni, le asaltaron dudas acerca de si los sacaba a la calle o no, de si debía llevarlos a librerías o regalarlos.
Habló de persistencia porque, una vez puesto a circular el pequeño volumen, y con miras a distanciarlo cuanto antes de su entorno, se propuso romper cada día un ejemplar de los que estaban en casa y echarlo a la papelera, lo cual le llevaría cerca de mil días, en función de la tirada.
Fue entonces cuando su esposa Soraya jugó un importante papel, porque secuestró los paquetes e impidió que Mármol continuara con lo que él mismo definió como “ceremonia sacrificial, que muy bien ajustaba a la condición mítica y profética del arúspice”.
Agradeció a Soraya porque contra su voluntad escéptica y en amoroso gesto de irrespeto a su más íntimo deseo, llevó a cabo la empresa de reeditar su primer libro, “convidando para ello, en cálida complicidad, a artistas del diseño y la fotografía, así como a amigos poetas y escritores, habiendo conseguido un volumen con rigurosas valoraciones críticas, de impecable belleza y factura gráfica”.

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