Queramos o no, con este involuntario encierro, tendemos necesariamente a la reflexión. Hace unos días se inició la primavera, pero no hemos podido disfrutar de sus encantos. Sabedores de que la tristeza daña tejido neuronal no nos dejemos abatir por las 3 tristes»T»: tristeza, temor, ni el tedio. Tuve en mis manos el libro de «Ética para el mejor vivir», de la autoría de mi padre, don José Silié Gatón, y deseo compartirlo con mis amables lectores:»Debes imponerte mediante un esfuerzo supremo, la obligación de alcanzar la cuota de confianza que te toca llevar consigo en todas las lides del diario vivir. Así, serenamente, ver la ruta por donde ha de discurrir tu existencia. Sobre todo, que no sabes cuánto has de durar. Aparta tus dudas al darle cumplimiento al mandato de tus decisiones. El pesimismo es frágil rama, fácil de ser derribada por el más ligero esfuerzo. Solo la fe en ti mismo y la confianza en los demás harán sentir que tus impulsos interiores cobren el vigor de retoño nuevo, brotando con un verdor de esperanza cada día». Sé que pronto volveremos a ver los mil distintos tonos de verdes de este bello tiempo del año y la mordida amarga del undívago que nos encierra, pasará. Es que la primavera no sabe que nos han prohibido los besos y los abrazos, que nadie regala rosas, pues el mundo tiene el corazón desangrado. Pero ella que hace que todo florezca ya muy pronto sin arredrarnos saldremos todos gozosos a los balcones y las calles a disfrutar de sus refulgentes colores, con alivio y gratitud.Sabemos que para muchos la felicidad es gozar de buena salud, el dormir sin miedo y despertar sin angustias; y coincidimos: el mundo se lo merece.
Cuando usted pierde el olfato se llama anosmia y cuando usted pierde el gusto se llama ageusia. Hace unos días el ministro de Salud de Francia, el Dr. Jerome Salomón, señaló que la pérdida del olfato y el gusto son signos tempranos de la infección por el Covid-19. Señaló que se trata de una»desaparición brutal del olfato», pero sin nariz congestionada y a veces acompañado de pérdida del gusto. Esto se sabía desde febrero en China, en dondealrededor de un 5 a un 6% de los afectadostenían manifestaciones de este tipo, siendo principalmente los másjóvenes enpadecer estos síntomas.El olor y el gusto son sensaciones que se reciben por separado pero tienen muchas cosas en común. Es decir que si usted ha perdido parte de estas facultades busque ayuda profesional de inmediato, aun no esténpresentes otrosde los síntomasmás conocidos. De acuerdo con Claire Hopkins presidenta de la Sociedad de Rinología Británica, hasta un 30% de los positivos con casos leves presentaron esta alteración de pérdida del olfato y el gusto.
El oler es la más antigua de las sensaciones, este corto nervio, el olfatorio, trasmite la única sensación que no pasa por el tálamo (una almendra profunda en el cerebro por donde pasan todas las sensaciones), es decir que su estímulo transita directo a las amígdalas y luego a la corteza olfatoria, situada en la profundidad de nuestros cerebros, el área 28 de Brodman, también llamada zona entorrinal.
El gusto, alrededor de las tres cuartas partes de lo que el cerebro percibe como «sabor» también entra a través de la nariz. Solo una fracción de las degustaciones es saboreada directamente en la lengua junto a la textura y la temperatura de los alimentos. La corteza gustativa primaria es la responsable de la percepción del gusto y se divide en dos estructuras: una es la ínsula y el otro en el lóbulo frontal y proyectándose hacia el lóbulo parietal que finalmente lo discrimina. Por igual tiene conexiones con el hipotálamo y el sistema límbico que tienen que ver con las emociones, es la razón por la que lo disfrutamos tanto cuando ese gusto es grato.El hombre puede reconocer unos 10,000 olores, pero si lo perdemos en estos días de manera aguda es muy probable que sea por este virus señorial que nos agrede. Asimismo, es importante tener en cuenta cualquier aparición de irritación en los ojos o «conjuntivitis», pues se ha demostrado que este es otro de los síntomas del Covid-19. Este virus, a quien muchos temen pero que, apartándonos del galeno, reflexiono, ha venido a enseñarnos tantas cosas, desde humildad, compasión, humanismo, indulgencia, empatía y por encima de todo el sabernos efímeros y frágiles. Finalmente, les mando un mensaje positivo, amables lectores: ¡siempre hay un mañana!