El olvido más el idioma del odio: un total desastre

El olvido más el idioma del odio: un total desastre

MARIEN ARISTY CAPITÁN

Cansados de tanto olvido, creyeron que era el momento de actuar por su cuenta. Por ello, Manuel Antonio Pérez Cuevas tomó su guagüita anunciadora el lunes pasado para advertirle a los haitianos que tenían 24 horas para dejar Pedernales o serían víctimas de cualquier tipo de violencia.
Como estamos en tiempos en los que el internet todo lo filtra, por fortuna, el mensaje de Manuel Antonio llegó a todos los rincones de la República Dominicana: todos lo escuchamos en un video que se hizo rápidamente viral y, gracias a ello, las autoridades enviaron a un contingente de militares y policías que evitó que la sangre salpicara la frontera.
Que esto llegara hasta ahí jamás debió suceder. Las autoridades, para comenzar, nunca debieron permitir que el hastío llegue a este punto. ¿Por qué, aunque tenían días pidiendo justicia ante el asesinato de Julio Reyes Pérez y de su esposa Neida Urbáez, nadie los había oído?
A la indignación se une la indiferencia ante una migración descontrolada que, al parecer, se ha desbordado más y ha generado más descontento. Pero la frontera, esa línea que es casi de mentira, es burlada por nuestras autoridades que encuentran ahí un mecanismo para lucrarse. La culpa no es, por tanto, de quien entra sino de los que permiten la entrada y miran hacia otro lado tranquilamente.
Como si esto no fuera suficiente en el coctel de este desastre aparece un último ingrediente: el idioma del odio que, a través de los años, han hablado los nacionalistas a ultranza que siempre olvidan que somos un país de migrantes. ¿Y si nuestra diáspora fuera tratada igual? Nada justifica el odio ni el maltrato. No olvidemos que son personas.

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