El orgullo de la herencia banileja

El orgullo de la herencia banileja

Los banilejos están inmersos en el acontecimiento más esperado del año, que es la celebración de las fiestas patronales de Nuestra Señora de Regla, que por más de 200 años ha marcado con ribetes indelebles la genética de todos los que hemos nacido y crecido en el Valle de Peravia.

 Ya en el séptimo  día de la novena, que cada noche se celebra con la particular mezcla de religiosidad y festividades populares, que culminan cada noche en la puerta de la Catedral con merengues del deleite de los fieles y curiosos, que se reúnen desde hace siglos en la vecindad del templo para darle un sabor de integración con su patrona morena que nos enorgullece a todos.  Estas fiestas tienen un significado mucho más emotivo, ya que  es la culminación de las actividades  quela Diócesis de Baní ha venido celebrando, desde el año pasado, para sus bodas de plata de la creación del Obispado, que abarca también a San Cristóbal y San José de Ocoa, y con las forjas llenas de éxitos espirituales, por haber  abierto las puertas a la  renuencia ancestral  de los banilejos con su fe religiosa,  ahora le permite a las autoridades eclesiásticas  prever un mejor futuro para el avance  de la fe.

 Pero al mismo tiempo, los banilejos, independientemente de sus afinidades políticas, sienten un orgullo irrebatible de vivir en una ciudad limpia y ordenada, que enorgullece a sus autoridades municipales,  que han sabido  dar ejemplo de lo que siempre ha caracterizado al banilejo de pura cepa y estirpe, que es el orden y limpieza de su entorno.

La  distinción de antaño era ver  cada fin de semana a las amas de casa lavando,  limpiando, y pintando para esta época los frentes  de sus viviendas, y más notable era cuando  esas casas eran de tabla de palma y techadas de cana.

 El Ayuntamiento de Baní ha impreso un ritmo de trabajo en favor del municipio, que le ha permitido mejorar y embellecer cada sector de la ciudad, ofreciendo a cada residente sentirse orgulloso del lugar en donde viven, y que en estos días se manifiesta con esas imágenes que se le ofrecen a los visitantes,  como ocurrió la pasada semana con los alcaldes  de varias ciudades latinoamericanas que pernoctaron en el valle de Peravia y palparon la hospitalidad banileja, alabando sus logros  en beneficio de los munícipes.

 El orgullo de haber nacido en Baní se pondrá de manifiesto mañana en la celebración del tradicional convite banilejo en el parque Mirador Sur, donde se darán cita cientos de banilejos y sus amigos, que llegados de todos los rincones del país  y de Estados Unidos, acuden  a ese encuentro  de la hermandad, que confirman  lo que ya unavez sentenciara  Eugenio María de Hostos, que Baní era una gran familia, al contemplar  los afanes de la población en 1886 para reconstruir su iglesia, destruida por uno de esos frecuentes incendios que devastaban a la empobrecida población sureña.

 Pese a los embates económicos que golpean a los dominicanos, los banilejos en esta época, tan esencial para su motivo de vivir con orgullo de sus raíces, se sacude de sus vicisitudes, y aunando voluntades y entusiasmos le imparten a todas estas celebraciones  la razón  y orgullo de sus genes, que se manifiestan,  no solo en la alegría, sino en el trabajo y entrega por su comunidad.

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