El oso polar se coloca en el centro del debate sobre cambio climático

El oso polar se coloca en el centro del debate sobre cambio climático

AP
TUKTOYAKTUK,  Canadá.-
El año pasado Estados Unidos prohibió la importación de alfombras de piel de oso polar, dejando prácticamente sin trabajo al pueblo esquimal de los Inuvialuit, que se dedica a servir de guías a los cazadores profesionales. La historia de cómo proteger a los osos polares puede incluir otros capítulos más en los próximos meses, mientras las naciones del hemisferio norte analizan cómo proteger a un animal cuyo mundo se está derritiendo a su alrededor.

Un estudio del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) de 2007 concluyó que el declive proyectado en el hielo del mar significaría una pérdida de dos tercios de la población mundial de oso polar para mediados del siglo XXI. Por consiguiente, el Servicio de Pesca y Fauna estadounidense declaró al oso como “especie amenazada” en mayo de 2008.

A continuación vino la prohibición a las importaciones. Los grupos de cazadores estadounidenses y organizaciones de nativos canadienses —incluyendo a los Inuvialuit— se unieron para presentar demandas ante las cortes en Washington DC para tratar de volcar la decisión. Los casos, consolidados en el tribunal federal de distrito en Washington, se enfocan en asuntos técnicos y podrían concluir con fallos el año próximo.

“Nuestra posición es que se necesita un nivel alto de certeza sobre las condiciones en los próximos 45 años antes de que invocar la Ley sobre Especies en Peligro”, dijo Doug Burdin, asesor para el grupo de cazadores Safari Club Internacional, uno de los demandantes. “Y no hay tal certeza”. Los expertos en osos desestiman tales argumentos. “No se trata de ninguna ciencia sobre cohetes”, afirmó el danés Erik Born, presidente del grupo para la defensa de los osos polares de la Unión para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus iniciales en inglés). “Una población animal que pierde su hogar tan rápidamente significa para mí que estarán muy mal”. En varios estudios esparcidos, los investigadores han detectado que los osos polares lucen ahora más delgados y más hambrientos, y que están teniendo menos cachorros. El veterano cazador Frank Pokiak, de 57 años, presidente del Consejo de Caza de los Inuvialuit, dijo que su grupo se unió a las demandas ante una corte federal estadounidense porque ellos creen que la cacería se maneja bien en Canadá, y que la caza deportiva es muy importante económicamente en Tuktoyaktuk y en otros poblados costeros aun más pequeños que esta localidad de 800 residentes. Pokiak, sin embargo, luce preparado para las malas noticias de la investigación que se realiza este año en Alaska, que comparte con los canadienses la población de osos en la zona del Mar de Beaufort.

“En cuanto constatemos que hay un declive, lo primero que va a pasar es que probablemente se volverán a revisar nuestras cuotas (de caza), y probablemente las cuotas bajarán”, dijo.

“Hemos creado consciencia entre nuestras comunidades de que esto puede pasar”. Los activistas de la fauna dicen que el gobierno canadiense debe crear trabajos alternativos para los esquimales, pero la caza de oso polar significa otras cosas más que el dinero para ellos; también es la prueba de masculinidad en esta vieja cultura esquimal.

Para los esquimales, el peligroso oso polar es el animal más cercano al hombre y junto a ellos luchan por sobrevivir en estos desiertos gélidos. Su cultura está llena de relatos de osos que hablan y que vuelan, de osos mágicos.

Sin embargo, incluso esa cultura local podría borrarse en los tiempos si no se hace algo ya para defender al temible oso blanco, el carnívoro más grande sobre la tierra, el “nanuq” como le llaman los esquimales. Hace algunas décadas, había más osos para cazar a través de la luz oscura de las primaveras polares, y el hielo también era más fuerte.

“Hace 30 o 40 años, en junio todavía había hielo sólido. Todavía se podían llevar trineos de perros”, recordó Eddie Gruben, de 89 años y el patriarca de Tuktoyaktuk. “Podíamos ir todavía de cacería. Todavía podíamos llevar trineos de perros justo hasta finales de junio. Ahora no se puede ir” por lo suave del hielo.

Los 103 nietos y bisnietos de Gruben probablemente vivirán en un Artico muy diferente en el siglo XXI, sin importar qué suceda miles de kilómetros al sur, en las salas de los tribunales y las oficinas de gobierno. “El hielo se está derritiendo”, admitió el anciano, quien dijo estar preocupado por su viejo enemigo, el oso blanco. “Siempre me estoy preguntando: ’ “Qué van a hacer si ya no hay hielo en el Artico?”’, agregó.

A   favor de la caza

El veterano cazador Frank Pokiak, de 57 años, presidente del Consejo de Caza de los Inuvialuit, dijo que su grupo se unió a las demandas ante una corte federal estadounidense porque ellos creen que la cacería se maneja bien en Canadá, y que la caza deportiva es muy importante económicamente en Tuktoyaktuk y en otros poblados costeros aun más pequeños que esta localidad de 800 residentes.

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