El otro 25 de septiembre

El otro 25 de septiembre

FIDELIO DESPRADEL
Anteayer martes, fue 25 de septiembre. Cuarenta y cuatro años del golpe de Estado contra Bosch. Mi cita obligada con este tema crucial, integra cada vez nuevos matices. A finales de 1959 era claro que el régimen de Trujillo tenía los días contados.

Desde aquellos cruciales momentos fueron delineándose dos rumbos posibles. En el lado progresivo, la expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, con su programa democrático desarrollista y su llamado a la integración del pueblo, planteaba la perspectiva de un rumbo democrático para la sociedad postrujillista, con amplia participación de los sectores medios y parte del pueblo llano. Derrotada militarmente la Gesta de Junio de 1959, ese rumbo fue retomado por el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, liderado por Manolo Tavárez, Minerva Mirabal y su generación política.

Por el otro lado estaba el gobierno de los Estados Unidos y la oligarquía económico-social tradicional, decididos a salir de Trujillo, pero por la vía del tiranicidio o del golpe palaciego.

Después de mayo de 1961, con otra óptica, don Juan Bosch se «montó» en la cresta de esta situación, y asumiendo el rol de propagandista político, eligió a la gran masa pobre del campo y la ciudad como el objeto de su trabajo, tradujo en términos bien sencillos (hijos de machepa, tutumpotes, y otras consignas para calificar la democracia y la libertad) la encrucijada en que se encontraba la sociedad dominicana, y se ganó de esta forma, en poco tiempo, el corazón de las amplias mayorías del país.

En la otra orilla, bajo la tutela norteamericana, la oligarquía prohijada a la sombra del régimen trujillista, junto con algunos antitrujillistas de toda la vida y un ejército adscrito al antitrujillismo en el último minuto, se apoderaron del gobierno provisional post-Trujillo (Consejo de Estado) y en un plan concebido y dirigido por los norteamericanos, se aprestaron a consolidar su precario poder en unas elecciones donde se daban seguros ganadores.

Lo que pasó es bien conocido. Bosch barrió en las elecciones, y siete meses después, la oligarquía, la jerarquía de la iglesia y un ala militar lo derrocaron. Ahí empezó la tragedia de hoy. La insurrección constitucionalista encabezada por Manolo Tavárez, las grandes y crecientes luchas populares de los años 1964 y 1965, el movimiento militar constitucionalista encabezado por el coronel Fernández Domínguez y la gran Guerra Patria de Abril de 1965, con el coronel Caamaño a la cabeza, expresan fehacientemente los inmensos esfuerzos y sacrificios desplegados por el pueblo y sus sectores progresistas.

Las tropas norteamericanas y el gobierno de los Estados Unidos, actuando como cabeza de la oligarquía derrotada en abril, frustraron mediante la intervención militar el camino democrático y desarrollista, abonado con sangre y lucha, desde los albores de la expedición de junio de 1959.

La oligarquía, formada a la sombra de Trujillo como socia económica menor, aprendió con el Jefe la práctica del oligopolio y de valerse del Estado y el gobierno para su acumulación originaria y la potenciación de sus empresas y negocios. Esta oligarquía, que no hizo su fortuna en la práctica de la competencia ni aprendió de los capitanes de industria de otras latitudes, soñó desde finales de los 50 con heredar a Trujillo y hacerse con el poder total. La visión y práctica insurreccional de los Héroes de Junio y del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, y más luego la práctica política pedagógica del profesor Bosch frustró sus apetencias en los años de 1959, 60, 61 y 62. Y el triunfo de Bosch se convirtió en su gran pesadilla en 1962-63. Todos sabemos lo que pasó después.

Bajo el mando norteamericano en 1965 y 1966, esa oligarquía que aprendió de Trujillo la práctica del oligopolio y de la utilización del Estado para potenciar sus negocios, se hizo adulta bajo la tutela de Joaquín Balaguer. Desnaturalizó la política desarrollista de sustitución de importaciones y algunas medidas desarrollistas que el caudillo de Navarrete intentó implantar, entronizó la práctica del oligopolio, y ya para finales de los 70 se había constituido en Bloque de Poder y había empezado a reagruparse alrededor del capital financiero especulador industrial, que se hizo hegemónico con el correr de los años.

Primero domesticó al PRD, y luego al PLD. Igualó a sus tres partidos, en lo peor de los tres. Y transmitió su herencia a sus hijos y a sus herederos económicos y políticos. La tragedia de hoy tiene esas raíces y si no estudiamos a profundidad el fenómeno no podremos combatirlos con la eficacia debida. ¡Ese es el sentido que tiene hoy el slogan político de unir las reservas morales de la Nación para cambiar el rumbo del país y salvar la Nación!

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