El otro exilio español que desconocía

<p>El otro exilio español que desconocía</p>

REYNALDO R. ESPINAL
En estos días, aprovechando el benéfico asueto navideño, he tratado de reencontrarme con la Historia de España, sobre todo con su siglo XX, tan preñado de desolación y desventuras como de logros y avances inimaginables. Y dentro de este contexto con un tema por el que reconozco sentir una irremediable debilidad : El exilio republicano.

Por ello me ha resultado una experiencia sobremanera gratificante el encontrarme con un trabajo sencillamente extraordinario. Me refiero al DVD titulado “Exilio: El exilio republicano español. (1939-1978), a cuyo contenido he podido acceder gracias a la proverbial generosidad de los empleados de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense.

Dicho documental, preparado en el 2002, surgió como una feliz iniciativa del reconocido intelectual Alfonso Guerra, a la sazón presidente de la Fundación Pablo Iglesias, quien acompañado de un extraordinario equipo técnico logró la invaluable hazaña de rescatar del olvido un jirón de la Historia Española contemporánea, cuyo conocimiento resulta a mi humilde parecer imprescindible, para comprenderla en su cruda integridad.

Si tratara de acercar las castañas a mi propio fuego diría, a fuer de sincero, que los aportes que sobre el Exilio Republicano en Santo Domingo registran los autores del trabajo me parecieron sobremanera insuficientes e incompletos, error que hubiera podido subsanarse con la consulta de la imprescindible obra de Vicente Llorens “Memorias de una Emigración, Santo Domingo, 1930- 1945” o las investigaciones de Bernardo Vega, Dona María Ugarte o Laura Gil Fiallo. Ello, no obstante, no pude evitar conmoverme ante el doloroso testimonio de Doña Mercedes Gili, la viuda de Alfredo Pereña, quien ahogada en impotente llanto mostrábase abatida por el dolor al ignorar las circunstancias-, algo de lo que también se hace eco Llorens- en que fue desaparecido su esposo por el régimen de Trujillo en febrero de aquel turbulento 1959.

¿A qué debo, pues, atribuir la singular importancia del documental precitado; ¿Qué es lo que, a mi juicio, hace del mismo, un aporte historiográfico relevante? Nada más ni nada menos que rescatar del olvido a un “exilio anónimo”.

El exilio que hasta el momento conocía,- y sin lugar a dudas sobre el que más se habla y se escribe-, era el de los intelectuales. Aquella pléyade de poetas y escritores- Salinas, Alberti , Guillén, cuando no de filósofos,- Gaos o García Bacca-,como de historiadores,- Américo Castro o Sánchez Albornoz, y tantos más que no sólo elevaron el nivel cultural en toda América sino que, aún en el exilio, mantuvieron viva la conciencia de España.

Desconocía el otro exilio. El de los niños de la guerra que fueron acogidos con ternura en Bélgica e Inglaterra y no sólo en la Unión Soviética como tradicionalmente se afirmaba.

Ignoraba que en Francia los españoles fueron tratados más como prisioneros que como refugiados políticos, obligados a comerse sus propios excrementos, y que dejaron su carne y su sangre en la construcción de la Línea Maginot.

Me era desconocido que fueron los refugiados españoles quienes lograron vencer la desconfianza de los aliados hacia la resistencia francesa con su papel estelar en la rebelión de los “Maquis” y que fueron los principales integrantes de la Segunda División brindada del General Leclerc que arribó a París después del desembarco de Normandía.

¿Cómo evitar sentir escalofríos en el alma al contemplar las imágenes del cementerio de Narvick,, donde yacen enterrados miles de Españoles asesinados por Hitler cuando su ejército ocupa en 1940 a Noruega y Dinamarca?

¿Y cómo evitar sentir admiración ante los valientes Republicanos que renunciaron a alistarse en la Legión Extranjera Francesa para no ser considerados mercenenarios, o aquellos que, por rebeldes radicales, fueron destinados a trabajos forzados en el Ferrocarril Transsahariano?

Desconocía, de igual forma, que nueve mil varones españoles fueron prisioneros de Hitler en el campo de concentración de Mauthausen (Austria) y muchas mujeres españolas fueron carnada para las técnicas eugenésicas del nazismo en el campo de concentración de Rotenswerd.

Muchos datos de relevancia he de omitir. Pero creo que los ya citados bastan para volver a recalcar que es de justicia histórica sacar de la penumbra del olvido a “los anónimos”, a esa “gente poco corriente” a las que alude el gran Historiador Inglés Eric Hobsbawm, sin cuyos aportes la historia no fuera, para bien o para mal, lo que es. Es ese el mayor logro de este magnífico documental cuyo mérito, aunque con involuntaria tardanza, he creído un deber del corazón, reconocer y encomiar.

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