El otro periodismo

El otro periodismo

POR MANUEL QUITERIO  CEDEÑO
La historia del periodismo dominicano en la segunda mitad del pasado siglo no puede escribirse sin dedicar un capítulo especial al periodismo de provincia, que en muchos casos, constituye el principal y a veces único registro de las palpitaciones y aspiraciones de comunidades y regiones postergadas por la restringida visión del desarrollo que tiene el liderazgo dominicano.

Un país es la suma de todas las piezas del mosaico social, humano y material que forman cada una de sus regiones; y como conjunto será más fácil ir por sendas de progreso, en la medida que se active el potencial de crecimiento y la explotación de las riquezas existentes en cada una de ellas.

El periodismo y los medios de comunicación en general forman parte esencial de la fuerza espiritual que actúa como levadura estimulante y al mismo tiempo como reflejo de los procesos sociales. El periodismo de provincia es una categoría de análisis muy diversa y bajo ella, se esconden realidades distantes. De estas consideraciones se excluyen a Santiago de los Caballeros, que como segunda ciudad del país mantiene un diario impreso y un variado menú de medios de comunicación y expresiones periodísticas propias.

Por una lado esta el tema de la corresponsalía de provincias al servicio de los medios de Santo Domingo, como ciudad central desde la cual se dirigen los destinos del país y que equívocamente se llaman medios de comunicación nacionales. Por el otro está el periodismo de provincia que se alimenta de medios impresos propios que excepcionalmente salen de la imprenta con regularidad y tienen circulación limitada.

Adicionalmente está el periodismo de provincia que se hace a través de medios electrónicos, segmento muy importante ya que a partir de la última década del siglo pasado además de la radio, al hablar de medios electrónicos de provincias se incluye una dinámica participación de la televisión provinciana estimulada por la popularización de los canales de ultra frecuencia (UHF) y los canales propios de la televisión por cable, multiplicados en todo el país gracias a su bajo costo. Igualmente están como materia de análisis casos como el “El Faro”, de Puerto Plata; “El Jaya” de San Francisco de Macorís, y “El Cometa” de Higuey.

“El Faro” es el único semanario existente en provincia y el semanario con mayor antigüedad circulando en el país. Los otros dos son ejemplo de medios impresos que han logrado estabilidad y ya tienen un período relativamente largo circulando con regularidad. El año pasado en la celebración del 30 aniversario de “El Cometa”, uno de los medios impresos de provincia más emblemáticos, tuve la oportunidad de echar una rápida ojeada a la colección –lamentablemente incompleta- que guarda su propietario Livio Mariano Cedeño.

Este ejercicio me impacto profundamente. Las páginas impresas de “El Cometa”, reflejan como ninguna otra realidad, los dramáticos cambios que ha experimentado la sociedad de la provincia La Altagracia y la ciudad de Higuey en particular, desde el día en que este periódico circuló por primera vez en 1975. No se puede escribir la historia reciente de esta región del país sin revisar el contenido de este periódico. Aunque no he tenido el privilegio de otra experiencia como esta, no tengo dudas de que ocurriría lo mismo si tuviera la oportunidad de hacer un ejercicio similar con “El Jaya” o con cualquier otro de los periódicos provinciales que han sobrevivido a la pobreza de miras existente en nuestros precarios ambientes provincianos.

El paso del tiempo transforma todo. También el periodismo de provincia, que hoy es algo muy distante de la práctica existente en los años setenta y que conozco bien porque tuve el privilegio de participar como profesor en una ronda de cursos para corresponsales de provincia que ofreció el Sindicato Nacional de Periodistas profesionales (SNPP) en 1974.

En esa oportunidad acompañe a Juan Bolívar Díaz y al sacerdote Alberto Villaverde (profesor de profesores ya desaparecido) al curso que se ofreció en Cabral, San Francisco de Macorís e Higuey. Al igual que los diarios capitalinos, hoy en las provincias los medios impresos se enfrentan al formidable obstáculo que representan los altos costos de impresión.

Esto ha fortalecido los noticieros radiales y los programas de entrevistas y de opinión en la radio y la televisión. Hoy las principales ciudades del país tienen televisión por cable con canales locales, y en algunos casos también televisión UHF. Escasean la profesionalidad y los recursos propios de la televisión desarrollada, pero generalmente son proyectos que gozan de gran acogida, porque la gente los siente cercanos y atentos a lo propio, en comparación con los medios capitalinos siempre inmersos en debates “nacionales” que tienen muy poco o nada que ver con la vida en las provincias y con los reales problemas que afectan la vida de la mayoría de los dominicanos.

El más humilde de los medios impresos de provincia, circula ampliamente en su comunidad y aventaja en lectoría a los diarios de la capital. Lo mismo puede decirse de los espacios informativos radiales y de los programas de opinión de le televisión local. La provincia dominicana es otro mundo, y su periodismo es otro periodismo. Es la otra historia que nos cuenta Oscar López Reyes en su libro “El otro periodismo, el de provincias”. Sobre ese periodismo hay mucho que escribir. Las páginas que nos regala el inquieto escritor, indican el sendero y nos abren una ventana para mirar con interés un ejercicio periodístico pocas veces considerado y cuya evolución debe ser estudiada con detenimiento.

Uno de los capítulos más interesantes es el que se dedica a los corresponsales de los años setenta, en el cual ofrece los testimonios de periodistas que en algunos casos son parte de una leyenda. Es sumamente interesante conocer historias como la de Carlos Acevedo, Domingo Saint Hilaire Pérez, Armando Lora, Eliooth Rosario, Manuel Espinosa Rosario, Carlos Sención, Arismendy Dipré, Bienvenido Beras, Livio Mariano Cedeño, Miguel Alfonso, y otros.         

Aunque a veces nos hablan de acontecimientos que parecen lejanos, son trozos de la historia reciente. Relatos de un pasado de sombras que algunos quieren borrar. Igualmente es interesante el capítulo sobre la descentralización noticiosa, los datos sobre lo que López Reyes llama marginalidad noticiosa, el capítulo de homenaje a periodistas emblemáticos y el enfoque sobre la profesionalización de los periodistas.

Es buena la oportunidad que nos brinda esta iniciativa de Oscar López Reyes para sugerir a las universidades que forman periodistas, que tomen esta bandera y se interesen en crear junto con los municipios y la Liga Municipal Dominicana un programa para financiar investigaciones sobre el periodismo de provincia y poner en marcha un programa que contribuye a mejorar la capacidad gerencial y periodística de quienes se dedican a este otro periodismo, el de provincias.

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