El Pacífico sueña con un santuario marino grande como la luna

El Pacífico sueña con un santuario marino grande como la luna

AVARUA, Islas Cook. AFP. «Cuando era niño todo esto estaba vivo», dice Kevin Iro mirando un racimo de corales muertos en una playa de las Islas Cook. El exjugador internacional de rugby está dedicado ahora en cuerpo y alma a convertir el Pacífico en la mayor reserva marina del planeta.  

Las Islas Cook anunciaron a finales de agosto el nacimiento de la mayor zona marina protegida, una enorme extensión de océano en el Pacífico tan grande como dos veces Francia.  

La reserva de 1.065 millones de km2 cubre la mitad de sus aguas territoriales, ricas en arrecifes de coral y miles de especies de peces y plantas marinas.  

Es la contribución de las Islas Cook «al bienestar no solo de nuestras poblaciones, sino de toda la humanidad», dijo el primer ministro Henry Puna, que instó a los 15 Estados miembros del Foro de las Islas Pacífico (FIP) a unirse.  

Kiribati y Tokelau ya crearon sus santuarios marinos, mientras que el territorio francés de Nueva Caledonia ha anunciado la creación en los próximos dos o tres años de un parque marino de 1,4 millón de km2.   

Peter Seligmann, cofundador de la organización ecologista Conservation International (CI), trabaja con las islas del Pacífico para crear una gran red de reservas bautizada «Pacific Oceanscape» (Paisaje Oceánico del Pacífico).  

Este proyecto descabellado tanto por sus ambiciones como por su tamaño permitiría convertir en un santuario 40 millones de km2, desde las Islas Marshall en el norte hasta la punta septentrional de Nueva Zelanda en el sur. 

Una reserva del tamaño de la luna. El 8% de la tierra, cuatro veces Europa. Casi la misma superficie de la luna…  

«Lo que vemos nacer es simplemente el mayor proyecto de protección de la naturaleza de la historia», dice Peter Seligmann a la AFP. «Pedazo a pedazo, nación a nación, va tomando forma», agrega.  

Los países del FIP, en su mayoría microestados amenazados por el aumento de las aguas de los océanos, han dado su acuerdo de principio. «Es en su interés. Los océanos están en estado de sitio: bancos de peces esquilmados, decoloración del coral debido al cambio climático y a la acidificación», dice el científico.  

El Pacífico alberga el 60% de la población de atún, inestimables praderas y arrecifes coralinos que conviven con una extraordinaria fauna marina, de la que ballenas, delfines y pájaros son los prestigiosos embajadores.  

La idea no es prohibir de forma sistemática la pesca y la explotación minera sino someterlos a las exigencias ecológicas, explica Marea Hatziolos, especialista en espacios marinos y costeros del Banco Mundial.  

Los pesqueros estarán proscritos en las zonas más frágiles, pero otras parcelas de mar en cambio estarán reservadas a la pesca comercial y al turismo.  

«Existe realmente una dimensión económica en este proyecto, además de la protección de la biodiversidad. Permite a las pequeñas naciones del Pacífico ganar dinero», dice a la AFP.  

Algunos lamentan que se trate simplemente de buenas intenciones, porque las pequeñas naciones del Pacífico no tienen medios para financiar una vigilancia de estos santuarios.  

Peter Seligmann lo admite pero las potencias regionales -Estados Unidos, Australia, Japón y Nueva Zelanda- podrían proporcionar la logística necesaria.  

«Es del interés de los países desarrollados hacer todo para que haya recursos marinos abundantes dentro de un siglo», dice.  

Para Kevin Iro, el «Pacific Oceanscape» está calcado de una práctica indígena llamada «raui» y que consiste en poner espacios marinos en «barbecho».  

«Los jefes decían ‘no vamos a pescar más en esta zona, decreto un raui en ella, nadie tiene puede tocarla antes de que se regeneren las reservas'», explica.  

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