Numerosos conductores, choferes y motociclistas de los que pueblan calles carreteras son expresiones en movimiento de innumerables entidades privadas y hasta gubernamentales; policiales y militares; además de gremios de transportistas de cargas y pasajeros y hasta los llamados «delíverys» de las mensajerías instantáneas y de vértigo van por ahí con emblemas comerciales que los identifican numerosos con compañías reconocidas de toda índole incluyendo las emblemáticas del fast food internacional. La mayoría de los accidentes de tránsito que colocan a República Dominicana en la cima de la siniestralidad vial en el hemisferio reflejan dinámicas sociales y económicas a través de entes y agrupamientos claramente identificables cuyos liderazgos deberían estar tan interesados como el ciudadano común porque aparezca un alto a este discurrir sin freno hacia dolorosos sucesos sobre el asfalto.
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Ante esta realidad de conexiones entre las fatídicas temeridades al volante y varias razones sociales como sus orígenes tiene sentido que el Instituto de Tránsito Transporte, INTRANT, convoque a distintos sectores a comprometerse con un Plan Nacional de Seguridad Vial por entenderse que para supera este desastre no debe dependerse exclusivamente de autoridades y menos aun prescindir del concurso de quienes buscan lucro y ejercen su actividad corporativa haciendo rodar miles de vehículos operados por subalternos sobre los que deben ejercer autoridad gerencial y garantizar idoneidad para respetar las leyes de tránsito y las vidas y bienes de los demás.