El padre Alemán y la teoría del capital

El padre Alemán y la teoría del capital

FERNANDO PELLERANO MORILLA
El padre José Luís Alemán, como de costumbre, nos ha servido un apetitoso plato en su artículo del pasado viernes (p. 3E). Interpretamos que su preocupación gira en torno al significado del equilibrio macroeconómico a largo plazo. Si existen en la economia dominicana actual las condiciones que satisfacen dicho equilibrio. Si los programas económicos de los candidatos expresan su compromiso de seguir lo que describe como ciertas reglas de política económica, que entiende necesarias para resolver las fuentes de desequilibrio macroeconómico.

Mi comentario se concentrará en su conceptualizacion del equilibrio macroeconómico y las fuentes de desequilibrio que expone. En la parte de las reglas sobre la institucionalidad no tengo diferencias con Alemán. Para ahorrar espacio supondré que el lector leyó el artículo.

Tras bastidores del articulo, esta la teoría económica neoclásica dominante. El equilibrio macroeconómico de largo plazo es cuando la demanda agregada crece al mismo ritmo del producto real potencial, con la correspondiente tasa baja y estable de inflación.

En ese largo plazo los precios son flexibles, y el dinero es neutral, esto es, no influye sobre las variables reales: el producto real y su distribución. Esto implica que todo crecimiento de la cantidad de dinero mayor al del producto natural, típicamente vía el déficit presupuestal, desplaza la inversión privada y genera alta inflación, constituyéndose en una fuente de desequilibrio.

Al equilibrio general le corresponde el estado de bienestar óptimo de Pareto: ningún individuo puede mejorar su situación sin reducir el bienestar de otro individuo, dada su dotación de recursos y la distribución del ingreso. En el largo plazo gobierna la Ley de Say: la oferta crea su propia demanda y no hay exceso de oferta de mano de obra (desempleo). Una función de producción agregada representa la combinación de factores de producción (trabajo y capital) de la economia donde la remuneración de los factores de producción corresponde a su productividad marginal (tasa de salario real y tipo de beneficio).

Pero en la controversia de los años sesenta entre neoclásicos y economistas postkeynesianos sobre el capital, quedo demostrado que no puede existir una relación inversa entre el cociente capital-trabajo y el cociente tipo de beneficio-tasa de salario real, a nivel de la economia en su conjunto. Por tanto, a nivel macroeconómico, no se puede decir que el tipo de beneficio corresponde a la productividad marginal del capital. Esto le daba un golpe mortal en sus fundamentos a la teoría neoclásica del equilibrio general que hemos expuesto. El edificio entero de la economia neoclásica se venía abajo, ya que al demostrarse la inconsistencia de su teoría de la distribución, también se invalida su teoría del valor y del producto, que están íntimamente ligadas.

Si releemos el articulo desde esta perspectiva, se explica el porqué la ley fundamental de la política económica según Alemán es que tendencialmente el déficit presupuestal debe ser cero, y que hay que dejar al mercado la libre determinación de los precios (¡fuera los incentivos, cuidado con las regulaciones!) para que la economia produzca el mayor nivel de eficiencia y, por tanto, de bienestar social. ¿El rol del Estado? Solo redistribuir el ingreso para hacerlo mas “justo”, pero interfiriendo lo menos posible con el mercado (sistema de seguridad social).

Por supuesto, no es que pensemos que Alemán crea que la economía dominicana puede llegar al estado cuasicelestial del óptimo de Pareto. Pero todo su argumento y recomendaciones de reglas de política están impulsados por la búsqueda de la posición más cercana a éste: el segundo mejor.

Existe la posibilidad de otra crítica más pedestre a las tesis de Alemán. Como la de demostrar que es simplemente imposible lograr un equilibrio de largo plazo con un crecimiento del producto acorde que el de la capacidad productiva, sin déficit presupuestal, en una economia con déficit en cuenta corriente, al menos que el ahorro del sector privado sea igual o superior al déficit externo (algo sobre lo que el gobierno no tiene control). Pero eso será para otra ocasión.

Mientras tanto, no conozco ningún economista neoclásico que haya respondido satisfactoriamente a la crítica de su concepto de capital realizada por Joan Robinson y Piero Sraffa. Ni siquiera Samuelson.

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