El padre Camilo

El padre Camilo

LUIS MANUEL PIANTINI
Hacia finales de la década de los sesentas terminaba mis estudios secundarios en el Colegio De la Salle de Santo Domingo. En esos años el sacerdote designado para asistir en sus necesidades espirituales y ofrecer misas en dicho plantel escolar era el Padre Camilo. Este habitaba una pequeña y modesta habitación ubicada al extremo noroeste del primer piso del edificio trasero.

El Padre Camilo gozaba de gran popularidad entre la clase estudiantil y también entre los dirigentes de los Cursillos de Vida, que eran los de Cristiandad para los jóvenes, entre los cuales me encontraba.

El Padre Camilo durante su ministerio en esa comunidad estudiantil fue un ser revestido de extrema sensibilidad humana, siempre presto a convertirse en cualquier momento y circunstancia en nuestro paño de lágrimas. Prácticamente había que hacer citas para verlo, pues los jóvenes acudían a el como la abeja a la flor, buscando consejos sicológicos y espirituales en una etapa tan difícil en el proceso de desarrollo humano.

Haber tenido la disponibilidad del Padre Camilo en ese entonces, fue realmente un privilegio para todos aquellos jóvenes que nos alimentamos de sus sabios consejos y cálida amistad. Algunas veces lo acompañábamos al Barrio de la Cuarenta donde residían sus padres y celebraba la Eucaristía.

Cuando al Padre lo trasladaron al pueblo de Cambita en San Cristóbal íbamos en grupos a visitarlo, excursiones que la mayoría de las veces resultaban infructuosas pues se encontraba visitando a su feligresía en las montañas y en los cafetales. Le perdimos de vista cuando se fue a Banì donde además desarrolló una labor de investigación histórica cuyos trabajos han sido publicados.

Al Monseñor Camilo, Obispo de la Diócesis de La Vega le vi recién designado, en uno de mis viajes de visita al país cuando residía en Washington y acudí a su parroquia junto a mi esposa y padre para recibir su bendición, felicitarle  y desearle Feliz Navidad.

Puedo comprender el estado de ansiedad y de frustración de Monseñor Camilo un sensible ser humano responsable y fiel a su santo ministerio preocupado por el bienestar material y espiritual de la Grey que el Señor le ha dado en cuidar y proteger, porque es mucha la deuda social acumulada en este país.

La Republica Dominicana año tras año ocupa un lugar por debajo de la media en el Índice de Desarrollo Humano que es medido anualmente en todos sus países miembros por el PNUD. O sea somos un país con grandes carencias y enormes necesidades.

Mas aún, nuestro descenso en este indicador ha sido mas sensible desde los primeros años de este siglo cuando La Republica Dominicana comenzó ha ser afectada prácticamente en todos los años por agudos choques externos e internos; la tragedia del 11 de Septiembre del 2001 cuyo efecto negativo en el sector de exportaciones representó cerca del 10% del PIB ; la crisis bancaria del 2003 que impactó a la economía en alrededor del 20% del PIB y que generó un agudo proceso inflacionario y de devaluación cambiaria mal manejados; el huracán del 2004 que arrasó con la infraestructura, hoteles  y cosechas agrícolas del este y noreste del país; la crisis haitiana que nos impacta con sus oleadas de inmigraciones y la elevada cotización en el precio  de los hidrocarburos durante el presente año que representa un impacto negativo mayor al 5% del PIB y se proyecta en 10% para el próximo año en relación a la factura del pasado año.

Nuestra escasa formación de ahorro interno ha sido diezmada por estos choques para poder satisfacer las urgentes necesidades de inversiones en el área social y de infraestructura física que requiere la Nación Dominicana. Pero esta precaria situación agravada por la obligación del Gobierno de exhibir un excedente fiscal para mantener la confianza precariamente conquistada despues de una aguda crisis económica, no invalida el hecho, de que en situaciones como la presente, el Gobierno debe de realizar un extremo esfuerzo en eficientizar el uso del gasto y en canalizarlo hacia los sectores menos favorecidos de la población en programas de salud, educación, alimentación, vivienda y de generación de empleo en proyectos de mejoramiento del medio ambiente en los barrios marginales. A la vez que impulse reformas y ambientes que estimulen a la inversión privada en la creación de empleo, bienes y servicios.

La población tiene escasa conciencia de que al Gobierno los subsidios a la electricidad y al gas, que benefician a esa población con menores precios, le costarán este año unos US$500 millones o sea 15,000 millones de pesos, suma superior al 10% del presupuesto que muy bien pudiera estar siendo dirigida a financiar los programas señalados.

En el año 1985 para compensar el impacto del programa de ajuste con el FMI y luego de la poblada de Abril del 1984 que causaron los aumentos en algunos precios de alimentos básicos, el Gobierno del Presidente Salvador Jorge Blanco decidió subsidiar una serie de productos que al decir de un Secretario de Estado de esa época, encargado de uno de los sectores de infraestructura mas afectados por la carencia de recursos fiscales, nadie se lo iba a agradecer ni lo iba a recordar porque terminarían en el mar frente al malecón. Y la historia le ha enseñado que tenía toda la razón. En esta oportunidad dichos subsidios se pierden en el aire todos los días del año. ¿Alguien lo recuerda y agradece HOY?

Los Obispos y sacerdotes que escuchan diariamente el sentir de la población a la que asisten espiritualmente, han servido de canal representativo para alertar sobre ese sentir expresado en sus homilías y declaraciones públicas. Es deber del Gobierno ser receptivo a esas manifestaciones, aún cuando expresen la frustración de una población que por años ha sufrido de grandes carencias insatisfechas.

El Presidente Leonel Fernández que ha demostrado ser un gobernante que importantiza y ejercita el diálogo, debe de reiniciar sus contactos directos con la población y los sectores sociales mas representativos para exponerle la situación, recibir sus quejas, y buscar conjuntamente graduales soluciones a sus necesidades mas sentidas.

Entonces la población entenderá las precariedades fiscales a las que se enfrenta su gobernante, y diseñaran programas conjuntos donde paulatinamente retoñe nuevamente la esperanza con los programas cumplidos por más pequeños que estos sean.

Eso y solo eso es a lo que aspiran aquellos que con su sentir han motivado a las voces alertadoras. 

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