El padre Elvin y todo eso que la Iglesia no mira

El padre Elvin y todo eso que la Iglesia no mira

MARIEN ARISTY CAPITÁN

Nueva vez la Iglesia Católica es herida. Herida con los trazos de la muerte por uno de los suyos, un hijo de esos que está llamado a hacer el bien y predicar más allá de la palabra: con su testimonio de vida.
Lo que ha hecho el padre Elvin Taveras Durán al abusar durante años de Fernely Carrión Saviñón (“Teine”), a quien terminó asesinando para que callara y no contara lo que hacía, es una nueva estocada contra una congregación que hace tiempo ha ido perdiendo adeptos y es severamente cuestionada, precisamente, por los casos de pederastia.
Aunque en los últimos años la Iglesia ha cambiado su actitud y ahora condena los hechos -antes trasladaba al cura de parroquia y se callaba-, aún son muchos los retos que tiene por delante para evitar estos hechos que tanto lastiman a la sociedad.
Tal vez hace falta algún tipo de control en los seminarios o condenas más enérgicas contra estos abusadores que, además de robarle la vida (incluso literalmente como a Fernely) a sus víctimas, destrozan a sus familias. Las familias, por otro lado, tienen que desconfiar: por más sotana que vista, cuando median el dinero y los favores desproporcionados, hay que encender las alarmas.
Recuperarse de este golpe será duro. Primero fue el caso del nuncio Josez Wesolowski, quien se valía del también abusador diácono Francisco Javier Occi Reyes; y luego apareció el sacerdote polaco Wojciech Gil. Hoy es el padre Elvin, quien fue mucho más lejos: asesinó a su víctima con saña. Hoy sabemos que el cheverismo del padre Elvin con los niños era cuestionado por los feligreses. ¿Por qué, entonces, la Iglesia nunca lo supo?

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