El padre Quinn

El padre Quinn

 BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
La muerte es una madre nuestra antigua, escribió el poeta Juan Ramón Jiménez. La realidad, es nacer y morir, cantaba un bolero del siglo pasado. En la naturaleza nada se pierde, todo se transforma, dijo el científico.

 Cuando los padres de Scarboro se hicieron cargo de la parroquia de El Seibo, cambió la actitud de las muchachas ante la presencia de los sacerdotes Juan Mateo Gault y Jorge Hasta entonces el párroco era el padre Mejía, quien le dijo a mi prima Alba, creo que en el confesionario: Albita, me gustas de los hombros para abajo. Con la llegada de los jóvenes canadienses fue al revés, las palomas le tiraban a las escopetas: las muchachas suspiraban, se insinuaban y coqueteaban con sacerdotes que, en el peor de los casos, se sonrojaban ante los avances, pero nunca dieron pie para que se dudara de su apego al celibato. Con ellos, la iglesia recibió un aire fresco que se percibía en la participación de más gente en los cultos y en las acciones de la parroquia.Eran unos curas diferentes.



 Eran unos curas trabajadores y no andaban dando oportunidad a que sus acciones fueran interpretadas de manera maliciosa, por esos tunantes pueblerinos que sólo sirven para criticar, porque carecen de corazón para ayudar.

Después, mi familia volvió a Barahona y allí los curas eran de otra congregación: franciscanos. El padre Francisco Panal estuvo en Barahona y recordemos su extraordinario valor personal y su gran labor pastoral en el Cibao central que le valió el respaldo de los feligreses cuando un grupo de vándalos, borrachos y putas, irrespetó el templo para actuar a favor de lo que siempre ha hecho su mentor: servir a las peores causas.

Aunque había leído y escuchado sobre él, fue en la década de 1980 cuando conocí al padre Luis Quinn cuando mi amigo Oscar José Torres Debrot me invitó a que lo visitáramos en San José de Ocoa. ¡Qué experiencia más gratificante!

El padre Quinn, la Asociación para el Desarrollo de San José de Ocoa y un grupo de campesinos de un bello valle in tramontano, lugar conocido como Los Martínez construyeron a pico y pala un camino carretero bordeando la loma que es un monumento a la solidaridad, al esfuerzo propio y al amor a los semejantes.

Allí nos llevó el padre. Es un lugar donde la reforma agraria fue fruto del consenso: quien tenía el agua accedió a repartirla así como un trozo de su tierra. Los demás lugareños accedieron a cultivar un predio en forma cooperativa, cuyos beneficios se reparten entre los comunitarios. Y el camino permitió la salida de los frutos y frutas.

Ese es sólo un ejemplo de los múltiples trabajos realizados por la Asociación cuyo motor principal era el padre Quinn.

Aquel día le comenté el buen recuerdo que guardo del padre Juan Mateo Gault y me regaló una revista de la congregación de Scarboro en cuya portada hay una foto a todo tamaño del padre Juan.

Después nos vimos una que otra vez cuando el padre venía donde mi amigo Oscar Torres en procura de la generosa ayuda que siempre le concedió.

Ante la desaparición física del padre Quinn queda el amargo sabor de pensar Dios ¿por qué no multiplicas los padres Quinn? Si en la naturaleza nada se pierde, quiera Dios que la muerte del padre Quinn se transforme en una gran hornada de sacerdotes como él.

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