El país anda mal

El país anda mal

Si en estos tiempos el Presidente de un país que no produce petróleo tiene que invertir parte su ocupadísimo tiempo en tratar de convencer a los ciudadanos de que deben pagar por la energía eléctrica que utilizan, hay que llegar a la conclusión de que el país anda muy mal.

No puede andar bien un país en el cual la energía eléctrica es uno de los principales factores de costo de producción y operación, de gran influencia en los precios y obstáculo en materia de competitividad, si todo esto se debe en gran medida a la dificultad de cobrar por este bien que la física pone a nuestra disposición.

Algo tiene que andar mal en un país en el cual muchos ciudadanos, sobre todo acomodados y ricos, así como muchas empresas de todos los tamaños, pasan por alto el hecho de que no pagar por la energía eléctrica constituye un delito que bajo ciertas agravantes puede calificar como penal.

-II-

Una de las razones que determina el alto precio de la energía eléctrica en nuestro país es precisamente la dificultad de cobrarla, independientemente de que también influyan ciertas distorsiones de las cuales nos ocuparemos en cualquier otro momento.

La altísima evasión del pago de la energía atenta de alguna manera contra todos, particularmente contra la porción de ciudadanos y empresas puntuales y solventes, entre las cuales las empresas distribuidoras prorratean y cobran la energía que otros no pagan.

Si el Presidente de la República ha tenido que ocupar su tiempo en este llamado es porque, sin duda, falta conciencia entre los ciudadanos que no pagan la energía, pero también han pecado de inútiles las autoridades que no han sido capaces de enfrentar con éxito esta situación.

-III-

Todos, en absoluto, tenemos que convencernos de que la única manera que tenemos para resolver las distorsiones del mercado energético es pagar por la energía empleada en hogares, comercios e industrias.

El pago puntual es el único instrumento que nos permitirá exigir a las distribuidoras suministro estable y permanente de la energía, y a las autoridades que obliguen a dichas distribuidoras a cobrar tarifas justas por el servicio.

No puede ser que seamos solventes para pagar servicios como televisión por cable, teléfono y otros, y que en cambio seamos morosos para entender que evadir el pago de la energía eléctrica, aparte de delito, es una conducta que termina por perjudicar a todos.

Es un ahorro ficticio el que se puede lograr por medio de la evasión del pago de la energía, porque las consecuencias de esa conducta termina por encarecer bienes y servicios entre los que hay que citar la propia electricidad, cuyo suministro desmejora por los déficit financieros que se generan en el mercado energético.

Paguemos por la energía.

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