Los dominicanos hemos sido sometidos a un hábil bombardeo mediático, mediante el cual, el equipo de funcionarios del PLD y de sus aliados, nos quieren hacer creer que vivimos en un país de ensueño y las deficiencias, delincuencia, falta de trabajo, etcétera, es fruto de una falsa percepción que impide ver la bonanza disfrutada por el país.
Basado en ese criterio, de disfrutar de las bondades de un país de las maravillas, ha llevado a todos los funcionarios gubernamentales, a ignorar las protestas, sin ponerle atención a las denuncias, alegando que son las quejas de una oposición resentida, o por el contrario, abruman, y tratan de aplastar en sus respuestas, a quienes se han atrevido a criticar las gestiones y acciones de determinados funcionarios.
No hay dudas, que por la forma tan peculiar de dirigir la administración pública, cada funcionario se cree un señor feudal en sus predios, engañando al Presidente de la República; en consecuencia, manchan su loable acción. Entonces, esos funcionarios arremeten contra quienes ponen el dedo en la llaga de lo mal hecho para doblegar a los denunciantes, atrayéndolos a su feudo mediante una vulgar compra de lealtades y de conciencias, en que lo de menos es enrolarlos a sus nominillas.
Artificialmente vivimos, según la visión de los políticos peledeístas, en un país de ensueño, en donde todos los problemas están resueltos. Para combatir lo contrario de la cruda realidad que vivimos los dominicanos, se valen de todo tipo de argucias en que se recurren a sesudos seminarios para vendernos la creencia que estamos sumergidos en el mejor país del mundo, aun cuando uno salga a la calle y lo atraquen, lo acribillen a balazos o AMET te ponga una contravención.
Lo peor del país de ensueño morado son las precariedades que atosigan y hacen miserable la vida en el país. Ya no es sólo la falta de energía, la basura que nos arropa, la educación que no arranca, la precariedad del sistema de salud, el caos en el tránsito, que si bien las autoridades tienen la culpa por su condescendencia para combatir a los padres de familia, es también el atosigamiento que imponen las autoridades para recaudar recursos, que van destinados a alimentar a una voraz fiera del gasto público que cada vez es más insaciable y engulle los recursos que aportan los agobiados contribuyentes.
Lo ideal es que la maquinaria humana del gobierno del PLD se sacudiera de su engreimiento de creerse los mejores, e ignorar las críticas; y sí son tan aficionados a los seminarios, disponer de un largo fin de semana en algún resort del Este para analizar sus actuaciones.
Ver si se atreven a enmendar conductas, dándose cuenta que su país de ensueño es también de los dominicanos comunes, los cuales nutren las riquezas oficiales.
Hay muchos funcionarios peledeístas pisoteando la dignidad de la ciudadanía con sus mentiras, que ellos inventan y se las creen, haciéndonos parecer como ignorantes e incapaces de conceptualizar. Para ellos es falsa, y lo ven como una percepción errada lo malo que está la situación y lo atribuyen a la mentalidad dominicana, de que siempre todo lo vemos mal como culpa del gobierno de turno.