Qué Macondo ni Macondo. República Dominicana es el único país del mundo donde más cosas extraordinarias e insólitas se ven a diario.
Es aquí donde más expedientes de corrupción se han puesto en manos de una justicia, pero sin que haya un solo preso por llevarse los cuartos del pueblo.
En este rincón del planeta los únicos partidos que han llegado al poder, sus dirigentes, miembros y presidentes roban y roban y no hay manera de que alguien empantalonado los meta en la chirola y les haga devolver lo cogido.
Muchos han querido acabar con la imagen y testimonio del único tirano grande que ha tenido esta patria, sin embargo, los políticos que le siguieron, todos así mismo alabados por su compromiso con la democracia y sus principios, fueron los que desguabinaron las empresas que el régimen de sangre y fuego dejó como patrimonio y riqueza al pueblo.
En esta tierra de sol, arena y playa, los ladrones, malhechores, sicarios, narcotraficantes, violadores y asesinos andan libremente por las calles exhibiendo sin resquemor alguno las fortunas que les generan sus bastardas empresas.
Pero es aquí donde se roban un avión sin rastro y donde difícilmente usted conozca a un general sin finca, jeepeta y queridas.
Sin embargo, a pesar de las tantas diabluras y maldades a granel, los presidentes nunca saben de nada. Nadie puede responsabilizarlo de los hechos bochornosos.
Basta sólo con que den duro en los escritorios, que digan un par de san Antonio, que lancen rayos y centellas y den muestras de no estar de acuerdo con las sinvergüencerías para desligarse de todo y que, intacta su imagen, las gentes los vean como pobres víctimas dignas de ayudar y de apoyar cuantas veces vayan a elecciones.