El país en el que vivo

El país en el que vivo

Siempre  escuché de labios del  Profesor  Juan Bosch,  la frase que  dice: “Todo lo que nace, lucha por seguir viviendo”.  La he creído y sobre ella he basado mi lógica de pensar y  accionar  para tratar de entender a los demás, sin renunciar a mis convicciones.

Cada día aprecio que tiene más peso esa aseveración  al observar cómo se deteriora  el medio  en que nos desenvolvemos y  se prestigia en demasía la frustración que sentimos en algunos momentos de nuestras vidas, y  al mismo tiempo cómo resplandecen ideas, acciones y planteamientos que se sobreponen  ante los designios del caos y la destrucción.

Sin ir más lejos, hace unos días estaba compartiendo  en Jarabacoa con  el Dr. René González, un prominente médico de La Vega, el cual me emocionó  contándome sus anécdotas como médico general por generaciones y cómo de sólo hacer exámenes y solicitar que el paciente dijera la palabra 33, tenía un diagnóstico acertado, la mayoría de las veces sobre una posible bronquitis o afección en las vías respiratorias. Cuánta sapiencia y dedicación a la profesión y qué vocación de servicio se aprecia en ese honorable médico.

Rubén Ramos (Bonelly), es un jornalero que hace labores de limpieza en una oficina, tiene a su esposa Celia que trabaja como conserje en una escuela y como decimos, después de vieja, trata de superarse y estudia enfermería para echar hacia adelante su familia.

Tienen tres hijos, una hembra y dos varones; la hembra, para pesar de su familia, es discapacitada. Sus dos hijos son un ejemplo de buena educación, trabajo y amor. Chichi, el mayor, es mecánico y chófer; y el más pequeño, Miguel, es un extraordinario artista del pincel. Esta familia vive en el Capotillo, uno de los barrios que acusa  grandes niveles de pobreza y marginalidad, y ellos están situados en el área que puede considerarse más azotada por la  delincuencia. Los conozco hace más de 20 años y siempre han sido una familia positiva, solidaria y con una fe ciega en el porvenir de su país. Cuánta honestidad, lealtad y solidaridad tiene esta familia, a pesar de su pobreza.

Los salarios que se pagan en el país son muy bajos,  insuficientes para la gran mayoría que trabaja. Pero no podemos negar que tenemos millones de personas que se levantan cada día con la ilusión de dar el nivel más elevado de su esfuerzo personal en el trabajo. El mejor testimonio lo constituye observar cómo en las madrugadas, miles de personas se desplazan a sus labores, aun cuando llueva o no haya garantía de transporte, a cumplir con su deber. Con una población así, hay país y hay esperanzas.

Algunos dirán que sí, que es cierto que lo que hay son malas autoridades y malos gobiernos y sobre todo que los políticos son el cáncer que corroe los valores patrios, familiares y morales y  que las instituciones públicas y privadas no sirven. No creo que esto sea cierto.

Este es un país en el cual se puede disentir, todos tenemos el derecho de decidir cuál opción de gobierno preferimos y por las encuestas, todo parece indicar que las elecciones son el método que privilegia la población para elegir a sus gobernantes. Acostumbro a decir entre mis allegados, que cuando de país se trata, es el que nos cobija a todos, a gobernantes y gobernados, lo que equivale decir en materia gastronómica, que es el plato en el que se sirve el menú que queremos, por lo que hay que ser cuidadosos, pues podemos cambiar el menú si no nos agrada, pero preservando el plato.

No es conveniente en pos de lograr un buen posicionamiento electoral, destruir la credibilidad de las instituciones y organizaciones públicas y privadas. Es equivocado pretender crecer sobre las cenizas ajenas. 

De ahí mi convicción de reivindicar la frase de Don Juan de que “todo lo que nace, lucha por seguir viviendo”. La República Dominicana podrá  tener muchas precariedades, pero afirmo que lo que más  tiene son  recursos humanos para servirle. Hay muchos Dr. González y hay muchos Rubén Ramos (Bonelly). Son más los políticos, empresarios, periodistas, abogados, médicos, obreros y estudiantes buenos, que los malos dominicanos, por lo que sería conveniente que en los actuales momentos todos unamos nuestras fuerzas para combatir los males que nos aquejan y preservar el país que todos queremos para gobernarlo y vivir en él.

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