El país encadenado a las ambiciones de los políticos

El país encadenado a las ambiciones de los políticos

Los sucesos políticos de las pasadas semanas han rebelado que nuestra estabilidad sociopolítica no es tan sólida como se creía. Da pena el ver cómo las ambiciones y desesperaciones de un grupo de políticos del partido oficial mantienen perturbadas todas las actividades nacionales. Están acaparando las atenciones de una colectividad que no se beneficiaría de nada de esos desmanes desesperados de quienes solo buscan su arribo al presupuesto nacional para destrozarlo. Pero ahora perciben como se le ha ido alejando.
Uno creía, que 58 años después de desaparecida la dictadura de Trujillo, que las nuevas generaciones nacerían con otros genes de apertura de libertad y democracia. Pero el arrastre genético parece que no es suficiente. Cada cuatro años, desde 1966, cada vez que se celebran elecciones, hay que esperar el pataleo de los perdedores que denuncian fraudes colosales y no aceptan e insultan a los electores dominicanos que los rechazaron. Llevan angustia a toda la sociedad y de ahí vemos como los centros de acopio de alimentos se llenan de gentes abasteciéndose esperando lo peor. La palabra fraude en la mente de los políticos la llevan impresa en sus cerebritos del accionar de la agitación e incitan a la desobediencia civil casi al salir de las mesas de votación. Por un tiempo, sus gritos y maniobras legales son desesperados al ver como se alejan las añoradas oportunidades de medrar a la sombra de un cargo soñando con enriquecerse. Y esoque previamente adornan sus objetivos con el maquillaje de entregarse al bienestar del pueblo con planes de desarrollo increíbles y proyectos que harían del país un paraíso.
Ahora hemos visto el paso de ser unos modelos de caballerosidad y educación como se altera frente a sus seguidores, estos se contagian con ese verbo incendiario enardeciendo el ánimo de sus seguidores y transformándolos para convertirse en rabiosos individuos que de un verbo muy elegante es eliminado por una agresividad verbal capaz de alterar la estabilidad del país. Este se encuentra conturbado por ciegos seguidores que no admiten derrotas y pretenden imponer sus deseos de que se atemoricen los que tienen la razón y dársela a la gleba enardecida por un líder que perdió sus controles quedando desnudo con sus verdaderas intenciones que en lo más profundo de sus pensamientos más oscuros que pugnaban por salir y afectar a una sociedad que en algún momento lo menospreció.
Hace 30 años que los líderes con barbas y boinas desaparecieron, casi junto con la caída del muro de Berlín, así que esas consignas de llamar a lanzarse a las calles para estimular una revolución socialista o un desorden popular han perdido su vigencia. Tal cosa se considera romántico de soñadores atrapados en sus sueños y ambiciones de lo que no pudieron protagonizar en su momento del auge de los movimientos socialistas. Ya no son valederos para líderes soñadores atrapados en sus trasnochadas estrategias de algoromántico que vivieron apartados de la realidad mundial. Y es que los cambios sociales desde el inicio del siglo XXI se producen en cascada transformando la sociedad y alterando las relaciones familiares en cada componente de la familia que busca satisfacer sus propios intereses.
Las angustias de los dominicanos son cíclicas por la desesperación de los políticos cuando son derrotados amplia o estrechamente en las urnas. Esos políticos no aceptan que sus supuestos seguidores le dan las espaldas ya que han preferido otro líder mas comedido y mas adaptado y centrado en la realidad dominicana. Este es un pueblo con la experiencia de que cada cuatro años se le altera su paz por las rabietas de los políticos ambiciosos perdedores. Esto ha contribuido a la madurez del pueblo que ha ido perdiendo, con los sucesos de cada cuatro años, la inocencia e ingenuidad que le impulsaba a seguir a falsos líderes con un lenguaje pegajoso y cautivador para alcanzar el poder. Esos líderes al ser derrotados se le desatan sus demonios interiores, y entre pataleos y convocatorias a sus amigos internacionales, o demostración de fuerzas frente al edificio de la JCE, busca hundir al país en la ignominia de una constante social de llevar aparejada la teoría del fraude, que ahora lo ha sufrido en carne propia perjudicando a quien uno creía que era el más depurado líder dominicano del siglo XXI. El presidente del PLD, rebelado y combatiendo a su propio partido, con su tozudez de no aceptar la derrota, ha quedado al desnudo frente a un pueblo que creía y esperaba más madurez y firmeza en sus directrices.

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