El país mostró su vocación democrática y el liderazgo de Luis

El país mostró su vocación democrática y el liderazgo de Luis

Teófilo Quico Tabar

Más allá de la cantidad de votos que hayan alcanzado los partidos en las elecciones del domingo pasado y del número de posiciones obtenidas en las diferentes localidades, cuyos resultados fueron dados a conocer casi al instante por las autoridades competentes, hay que destacar de manera preponderante la forma civilizada en que se desarrollaron esos comicios, la profesionalidad de la Junta Central Electoral, así como el innegable liderazgo de Luis Abinader y su actitud de respeto a la ciudadanía en general.

Expresé en mi artículo anterior que el país se ha puesto pantalones largos en materia de respeto a los procesos electorales y que gracias a Dios contamos con una persona a la cabeza del poder ejecutivo con convicción democrática y tradición de respeto. Porque eso, para nuestro país representa mucho más de lo que algunos pudieran entender. Me refiero a la importancia que tiene para la vida democrática y para el desarrollo nacional, poder exhibir frente al mundo que somos un país estable y que quien lo dirige cree en la institucionalidad democrática.

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Contar con un país donde se respetan los organismos de decisión y que los partidos pueden hacer y decir lo que entiendan, sabiendo que no correrán el peligro de intimidación o persecución política, tiene un valor inconmensurable. Y quiero ser reiterativo en esto, porque los organismos que tienen que ver de alguna manera con el desarrollo y desempeño de nuestras economías, así como los inversionistas, valoran demasiado la paz, el respeto y sobre todo saber que cuentan con una cabeza que está comprometida con la institucionalidad democrática y la ética pública y privada.

Y a pesar de que me mantengo al margen de lo partidario y trato de no tocar temas que pudieran crear escozor en algún sector político, por el valor que le doy a la libertad de expresión y al respeto a mis convicciones, quiero reiterar que en más de cincuenta años escribiendo, he mantenido que las democracias requieren de los partidos. Y aunque he sido crítico y en cierta forma lo sigo siendo, ya que no concibo muchas metodologías que se han utilizado desde hace tiempo en una buena parte de los partidos que han abandonado la formación ideológica y programática, aprovecho para sugerirles a los dirigentes, que dentro de tres meses, cuando ya finalmente haya culminado el proceso de mayo, en el que no se vislumbran sorpresas, les dediquen tiempo entender que la gente no pierde la memoria, que los tiempos han cambiado, que hay que mantener coherencia y evitar que el poder obnubile las mentes.

Y por otra parte, quiero aprovechar para recordarles a muchos dirigentes, candidatos y funcionarios que deben estar conscientes de que gracias al liderazgo, imagen y credibilidad de Luis Abinader, lograron obtener esos resultados. No necesariamente por el trabajo que ellos realizaron. Y lo digo para que no vayan a confundirse o equivocarse.

Porque ahí radica gran parte del éxito. En tener conciencia democrática e institucional. Respetar el derecho de los demás. Tener temor de Dios y suficiente conciencia de los límites del poder.

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