TEOFILO QUICO TABAR
Tabasa1@hotmail.com
Se acabaron las elecciones y no hubo grandes sorpresas. Empieza un nuevo conteo, pero en vez de electoral para justificaciones y búsqueda de espacios. Tendremos un sin fin de opiniones, algunas cambiando de color y otras pretendiendo convencer de que en verdad no se equivocaron sino que falló la estrategia.
Lo que nadie discute es que el gobierno y el poder utilizaron métodos económicos demasiado convincentes.
A nadie le gusta perder no importan las razones, pero cuando las hay producen amarguras justificadas, pero gracias a Dios el ser humano suele ser comprensivo y compasivo consigo mismo.
Y no sucederá nada, pues a los que ganaron o lograron sus expectativas no les interesa lo que otros opinen, y a los que perdieron, con motivos suficientes para pensar que no fue así, lo justifican.
Los temas a partir de ahora serán los mismos, aunque con variables. Posiblemente una reafirmación de todo lo que se dijo en la campaña que finaliza por parte de la oposición, y un cambio en el discurso del Presidente, ya no como candidato, frente a la difícil situación económica y social que la campaña no le permitía mostrar.
Si Miguel Vargas y el PRD saben aprovechar la experiencia y los resultados, tienen un mundo por delante. Entendiendo cuál es el espacio por el que deben luchar y las clases en que ese partido prendió su mechero. Si rescatan el discurso de esperanzas y entusiasmos populares y refuerzan los planteamientos económicos y sociales capaces de lograr una separación clara con el statu quo. Si vuelven a mostrar la cara de la diferenciación programática. Y nadie debe sorprenderse si se producen algunos vacíos, que en vez de mal pudieran convertirse en cedazo profiláctico.
En el resto de la oposición también se producirán vacíos. Algunos líderes o dirigentes quedarán en el aire, sea porque tomaron equivocadamente el camino de la separación, o porque se subieron oportunistamente al tren del triunfo, pretendiendo impulsar su liderato. Pero es casi seguro que ni encontrarán espacio más que como empleados o funcionarios, con la dificultad de que no abundan, y perdieron la oportunidad de conservarse para el futuro que comienza ya.
Se podría afirmar que en realidad el país ni ganó ni perdió.
Todo está en veremos. Ojalá que al finalizar la fiesta no tengamos una resaca económica y moral, que ni la medicina logre mejorar y que la conciencia remuerda de tal forma que resulte más penosa que el goce inicial.
Ganó o se impuso el gobierno y ojalá entienda que a partir de ahora podría haber un pueblo mucho más al acecho de su situación, pues por más paciente que sea la gente, cuando lo que se dice y promete es muy diferente a la realidad, es capaz de rebelarse. Nadie sabe si en realidad el alto precio que se pagó valía la pena. Habrá que ver de aquí en adelante lo que pasa. Continuaremos.