Reacciones, de funcionarios públicos y economistas, generó un artículo publicado en el Listín Diario de su Editora Económica sobre la conveniencia de un acuerdo con el FMI, por lo menos precautorio, en vista de la incertidumbre mundial y los supuestos riesgos a que podría estar sometida la economía global y la dominicana por las políticas del presidente de los EU Donald Trump.
Los países miembros del FMI acuden a algún tipo de acuerdo cuando presentan problemas de Balanza de Pagos, graves desajustes macro-económicos, que casi siempre conducen a una incapacidad para cubrir el servicio de la deuda pública, especialmente la externa, y en ese caso es imprescindible algún tipo de acuerdo para que los acreedores se sienten a renegociar la deuda.
El país en 1983, durante la administración del Dr. Jorge Blanco, debió firmar un acuerdo de Facilidad Ampliada y las razones fueron los desajustes macro-económicos y la incapacidad de cumplir con el servicio de la deuda, lo mismo que padecieron varios países de la región, comenzando con México que cayó en default. Fruto de los graves acontecimientos de abril de 1984 el acuerdo fue suspendido y en 1985 se reanudó con un acuerdo Stand By, el cual facilitó una serie de reformas estructurales, la renegociación de la deuda y la recuperación de la estabilidad.
En los inicios de la década de los noventas, durante la administración del Dr. Balaguer el elevado déficit fiscal, el financiamiento de este vía el Banco Central, provocaron una hiperinflación y también el gobierno llegó al default en el pago de la deuda externa y fue necesario un acuerdo en agosto de 1991 y otro Stand By en 1993. También bajo esos acuerdos se realizaron reformas estructurales, principalmente la fiscal, y se recuperó el crecimiento con estabilidad que duró hasta 2003.
En la administración del agrónomo HipólitoMejía, fruto del pésimo manejo de la quiebra fraudulenta de tres bancos, se acumularon graves desajustes, hiperinflación, devaluación monetaria acelerada y atrasos en el servicio de la deuda externa y en agosto de 2003 se firmó un Stand By, pero en la primera revisión trimestral no se cumplieron las metas y se suspendió. En enero de 2004 el mismo gobierno firmó otro acuerdo y gracias al cumplimiento de las metas en los dos gobiernos siguientes del Dr. Leonel Fernández, la estabilidad se recuperó en 2005 y además en 2007 había concluido la reforma financiera.
La República Dominicana no tiene problemas de Balanza de Pagos, uno de los factores para un acuerdo con el FMI; es más en 2016 el déficit en cuenta corriente fue de -1.7% del PIB, el más bajo en una década, y el superávit global se manifestó en un aumento de las Reservas Internacionales Netas en US$851.6 millones, para colocarse en US$6,046.7 millones, el nivel histórico más alto que equivale a 3.9 meses de importaciones, que excede la meta del Programa Monetario de 3.5 meses de importaciones.
El país tampoco tiene desequilibrios macro-económicos ya que se trata de la economía que por tercer año consecutivo exhibe el mayor nivel de crecimiento de la región, incluyendo 6.6% en 2016, con la inflación más baja en los últimos 33 años, de 1.7%, y con una de las menores depreciaciones de la moneda con -2-5%.
En adición el país no tiene problemas para cubrir el servicio de la deuda y no es accidental que las calificadoras de riesgo hayan mejorado la calificación de la RD y que el pasado mes de enero las autoridades colocaron US$1,200 millones en bonos soberanos a diez años, a una tasa de 5.95%, mientras hubo demanda de los inversionistas por un monto de US$2,922.8 millones.
El país no tiene problema de balanza de pagos, no presenta desequilibrios macro-económicos y mantiene la capacidad para cumplir sus compromisos financieros, entonces no se justifica firmar un acuerdo con el FMI, ni siquiera precautorio. Es más, la firma de un acuerdo con el FMI podría hacer más daño que bien en la medida que podría crear suspicacias en los agentes económicos y los mercados de capitales.