El país progresa pese a los políticos corruptos

El país progresa pese a los políticos corruptos

Provoca admiración y sorpresa internacional el observar el desarrollo del país de los pasados 20 años. Y eso es debido al posicionamiento cimero que tiene con relación al nivel de crecimiento sobre los demás países del continente. Y es que ha superado a casi todos durante los años de este siglo.
Pero por el arrastre de la corrupción, que aprisiona a los políticos en sus garras políticas, es que el desarrollo no ha sido más armónico, sin las tremendas lagunas de los niveles de pobreza donde más del 30% de la población está inmovilizada. Es un amplio sector humano como clientes propicios para el populismo de los gobernantes. Ellos, con bonos y repartos navideños, atrapan en sus lealtades a miles de adeptos. Son los programas de ayuda clientelar establecidos por los ambiciosos gobernantes para asegurar una prolongada permanencia en el poder, esperando que sea el destino quien disponga de su suerte.
Desde que los Padres de la Patria fueron expulsados del país, a los pocos meses de haberse decidido la separación de Haití, después de habernos ocupado por 22 años, la trayectoria de la vida pública estuvo dominada por las ambiciones de quienes fueron forjando una casta que se consolidaba a medida que el país crecía con inversiones como las de los ingenios de caña de azúcar y los ferrocarriles llevaban el progreso al Cibao. Más gentes comenzaban a poblar las regiones dominicanas en especial el Cibao por su riqueza agrícola. Los políticos seguían en sus burdas maniobras y se afianzaban en sus latrocinios e imponían gobiernos de políticos venales. Las arcas públicas se convirtieron en objetivo para la concertación de onerosos créditos internacionales como el mal recordado de Hartmont en la década de 1880 que estuvo gravitando sobre el país hasta mediados de 1940.
La rampante codicia de los políticos ha sido proverbial en su mantenimiento y crecimiento. Ningún grupo político que se ha aposentado en las tantas oficinas del gobierno, en especial desde 1930, ha escapado a esa atracción por el dinero público. Y eso aparte de las coimas que se reciben por desempeñar determinadas posiciones por los favores que se dispensan desde las mismas. El objetivo es enriquecerse a toda costa bajo el criterio de que se tiene una oportunidad que le brindó el destino a su quehacer político en torno al líder que llega al poder. Las fortunas que se han forjado a la sombra de un cargo público son proverbiales, notables y visibles que los vecinos y las comunidades conocen y hasta amplían en sus montos y sus decires.
Y la corrupción pública se ha fortalecido de forma increíble y descarada en el siglo XXI. Al igual que en los demás países de la Tierra. Un partido forjado supuestamente para llevar honestidad a sus actuaciones, dándole una lección al país de como se debía gobernar honestamente, se ha manchado de mala manera en donde las fortunas ahora sirven para patrocinar liderazgos, candidaturas, compra de embarradores de cuartillas, redes sociales y gastos conspicuos. Hasta se sienten blindados por esas fortunas bajo el criterio de que nunca se les exigirá justificar esas opulencias tan inauditas y desafiantes de la pobreza que los rodea, incluso la de sus compañeros de partido menos afortunados.
El progreso del país está sazonado por el flujo de dinero que también aportan otras fuentes, muy generosas en sus volúmenes, muchas muy legales. En primer lugar están los peloteros de grandes ligas, que por su dominicanidad, aun cuando se establecen en la Florida, les gusta invertir en su país y construyen sus residencias, los engañan algunos contratistas y se apertrechan en resorts ostentosos. Es un dinero abundante pero legal que muchas veces se le diluye al pelotero velozmente por su mala cabeza y peor asesoramiento para los negocios por su poca preparación.
El flujo más importante para alimentar la corrupción es del dinero proveniente del narcotráfico y su consecuente lavado. Su penetración es de tales dimensiones que los cuerpos del orden para combatir ese flagelo están permeados malamente con un grado de penetración que hasta se cometen asesinatos a plena luz del día a sabiendas que de alguna forma buscarán liberarse del peso de la ley. Y ese blanqueo de dinero se refleja en los residenciales opulentos y torres que se construyen en muchas ciudades y con fabulosa ostentación. Y el progreso se alimenta por el notable volumen de las remesas que más de $7 mil millones de dólares se reciben anualmente y la mayor parte es para la construcción de viviendas. Así ha contribuido eficazmente al crecimiento dominicano y al cambio de fisonomía de las ciudades importantes en que la población cuenta con ingresos de los siete mil ochocientos mil dólares anuales per cápita según lo determinan los organismos internacionales.

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