Los católicos dominicanos conmemoran hoy el Día de la Virgen de Nuestra Señora de la Altagracia, la patrona del pueblo.
Este auténtico acontecimiento de fe, enraizado cada año, reune a feligreses que creen en los milagros y en la intercesión de la virgen, al clero que le rinde culto, a políticos en funciones del Gobierno, visitantes extranjeros que se unen al peregrinar, investigadores de esta festividad y a cientos de personas movidas por otras intenciones. La virgen Tatica, como se le denomina, centra su lugar romería en la Basílica Catedral de Nuestra Señora de la Altagracia, ubicado en el municipio de Salvaleón de Higüey, en la provincia de La Altagracia, al que llegan miles de sus devotos desde la víspera de su celebración.
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Es uno de los santuarios más concurridos del Caribe. Esta ocasión del 21 de enero, motiva a los obispos y a los sacerdotes de todo el país a proclamar vigorosos mensajes, de denuncia de los males sociales de la nación y hacen llamados a las autoridades gubernamentales y a los legisladores para que trabajen en beneficio de los ciudadanos. El pasado 3 de enero, el templo de la Basílica de Higüey fue acondicionado y su imponente estructura fue remozada. El obispo este diócesis, monseñor Jesús Castro Marte, agradeció al rector y al equipo que efectuó la limpieza, ante la dedicación y el esfuerzo para mantener este lugar sagrado impecable.
“Su labor contribuye a preservar su belleza y espiritualidad. ¡Gracias por su compromiso!”, expresó Castro Marte, quien este martes encabeza la homilía conmemorativa, a que suele asistir el presidente de la República junto a su esposa, la vicepresidenta, familiares y colaboradores civiles y militares del Poder Ejecutivo.
El mandatario participará en la eucaristía central
El presidente de la República, Luis Abinader, confirmó a las autoridades de la Diócesis de la Altagracia que asistirá este martes a la misa de la 10:00 de la mañana, en la que se realiza la proclama por la festividad de símbolo nacional, en un día no laborable por la recordación de la virgen a la que sus visitantes quisieran tocarle el vestido o el manto, considerados de sentido protector y de misericordia.
Misterio de su origen
Existen dos versiones. Una narra que la trajeron al país los hermanos Alonso y Antonio de Trejo, españoles, a principios del siglo XVI. Otra versión cuenta que la Virgen se la entregó un extraño hombre a un comerciante de Higüey, que buscaba el regalo para la hija que se lo había pedido, en tiempos de la colonia.