El país sobre todo

El país sobre todo

Algunos sectores, por temor o conveniencia, consideran que la República Dominicana saldría perjudicada con la vigencia de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica.

La percepción parecería razonable si, primero, las condiciones de nuestras economía e industria fuesen muy diferentes a las de los países de Centroamérica y, segundo, si fuese posible sustraerse a la globalización de la economía y la apertura de mercados.

Pero ocurre que el país no puede anteponer a sus capacidades los obstáculos de percepciones grupales, hijas de temores o mercuriales conveniencias. En todo caso, debe aceptar el reto de competir con otros países en el exigente mercado estadounidense, tratar de superar limitaciones y aprender, sobre la marcha, a sortear los obstáculos y a trabajar en base a la premisa de que las dificultades serían incuestionablemente mayores si pretendiéramos aislarnos y asumir un rol de «llanero solitario», apartados de ese tratado.

–II–

Mientras fue posible invocar los manidos conceptos de «capacidad instalada» y «autosuficiencia» en determinados renglones industriales, el país se cerró a las posibilidades de asimilar nuevas tecnologías sobre la base de competir con producción de otros países. Felizmente hemos superado esa etapa, que correspondió a la vigencia de leyes como la 299, de Incentivo Industrial, que tantas distorsiones y atraso fomentaron en su momento.

El Gobierno, al formar una comisión multisectorial que procurará lograr un consenso acerca de las medidas que deberán adoptarse para que el país pueda competir al amparo del TLC, ha dado un paso en la dirección correcta, pues ha recurrido al idóneo instrumento del diálogo y la concertación.

Desde luego, todas las actitudes y conductas deberán estar ceñidas al principio de que en este momento hay que pensar como país, no como sectores o individuos, para que podamos salvar las dificultades y sacar el mejor provecho del TLC. Esa es la salida.

Prueba crucial

Los tres principales partidos del país están sometidos a una prueba crucial, que de lineará sin duda el futuro que les espera como interlocutores de la democracia.

El primero en consumar su proceso convencional ha sido el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), escindido y desalojado del poder por vía de las últimas elecciones presidenciales, y hay que decir que dejan mucho que desear los resultados desde el momento mismo en que no se sabe a ciencia cierta cuántos militantes votaron. Se reconoce, sin embargo, un titubeante esfuerzo de renovación.

En turno para someterse a pruebas similares están los partidos de la Liberación Dominicana (PLD), que desplazó del poder al PRD y que, según parece, sabe manejar con más tacto sus diferendos internos, y el Reformista Social Cristiano (PRSC), que no logra unificar criterio entre sus fuerzas para el escrutinio en ciernes.

Es un prueba crucial para estas tres fuerzas, que sin duda son el principal soporte político de la democracia de un país que todavía cree en el sistema de partidos y hasta les excusa su evidente involución y atraso.

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