El país tiene  que adoptar medidas

El país tiene  que adoptar medidas

Por años, la República Dominicana ha adoptado la política de no hacer nada frente a la inmigración masiva de haitianos. Esta ha sido la política que  han seguido con fidelidad absoluta  casi todos los Gobiernos que hemos tenido en los últimos 40 años. Sólo cuando hay un clamor de la opinión pública se disponen unos operativos militares de apresamientos improvisados y repatriaciones  que cesan cuando se considera que  la prensa ha olvidado el tema. Y así, una y otra vez. El resultado de esta política lo tenemos a la vista. La población haitiana ilegal es multitudinaria, está regada por todo el territorio nacional y participa en casi todos los sectores de la economía.

Probablemente esta política obedece al miedo. Se teme a las críticas de los organismos internacionales, siempre proclives a apegarse a la letra de sus cartas constitutivas sin tomar en cuenta la realidad de los países objetos de sus recriminaciones públicas. Se teme a las autoridades del vecino país, quienes nunca, que se conozca, han tratado de desestimular el éxodo de sus nacionales hacia este territorio. Se teme a las críticas locales, sobre todo a las provenientes de algunas organizaciones no gubernamentales y de aquellos intelectuales para quienes el país siempre debe tener sus fronteras abiertas para acoger a todos los extranjeros, sin importar las implicaciones de este fenómeno. Se teme a que se nos tache de xenófobos y hasta de racistas.

Regulación e integración

El Estado dominicano, sin embargo, no puede seguir por ese camino por más tiempo. Los resultados de la política de la indiferencia han estado creando situaciones que, como ya se ha visto a través de los medios de prensa, empiezan a suscitar conflictos sociales cada vez más violentos y lamentables. Muchos de los cientos de miles de haitianos residentes en el país están en condiciones marginales.  No sólo por su pobreza, sino porque su estado de ilegalidad los obliga a refugiarse en la opacidad, a estar fuera de las expresiones normales de la vida en sociedad. Este hecho crea múltiples problemas de convivencia, de salubridad pública, de comportamiento social y hasta de humanidad. ¿Qué hacer entonces? El Estado dominicano tiene que plantearse, con urgencia, la adopción de medidas regulatorias de la inmigración haitiana. Pero estas medidas deben ubicarse entre la frontera y quienes utilizan los servicios laborales de estos haitianos. También tiene que plantearse, sin miedos, una política de integración social, política y económica.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas