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La juventud ante caminos que conducirían al éxito personal o a los fracasos

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Nelson Marrero
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Bordeando el trayecto que en el país podría conducir a la realización personal de muchos jóvenes con aspiración a desarrollar sus potenciales positivamente aparecen los riesgos sustentados en estadísticas que hablan de un aumento desde el 2021 de la participación juvenil en detenciones por delitos de drogas con 20.64% de los casos registrados a nivel nacional; un 28.99% de los involucrados en robos y cerca de un 10% de los participantes en actos de violencia en los que actuó la Policía tras un decenio en que fueron a parar a celdas y tribunales más de 24 mil personas en edades cercanas a los 20 años.

Una mayoría escapa a desviaciones, vista la baja tasa de comportamientos antisociales en individuos que han cuidado su formación profesional o técnica asegurándose el futuro. Al avanzar el lustro presente la matriculación de jóvenes en instituciones de estudios superiores públicas y privadas era de 2,714,277, (única estadística disponible) dejando atrás que en el 2015 la población en estudios universitarios estaba en 1,600,000 personas. También han crecido las capacitaciones de niveles técnicos aunque una creciente demanda de recursos aptos para la era digital que transforma las formas de producir, tiende desafiante a superar la oferta disponible. Los niveles de alta especialización requeridos están en alza.

A la cabeza de la educación media, y rigiendo un sistema de instrucción que va después de la básica, figura el Instituto Nacional de Formación Técnica Profesional (Infotep) ofreciendo una gama de áreas técnicas y vocacionales «buscando el pleno desarrollo de los recursos humanos y el aumento de la productividad en sectores de la economía». Por una antigüedad que lo ha enriquecido pedagógicamente, el Instituto Politécnico Loyola, a cargo de los sacerdotes jesuitas en San Cristóbal, ha rendido un gran servicio al país capacitando a miles de jóvenes a lo largo de 73 años de existencia. Instituciones que brillantemente han facilitado la integración al mercado laboral.

Sin dejar fuera los frutos que a la nación aportan formativamente las Escuelas Vocaciones de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional sustentadas por el Ministerio de Defensa que en este año recibió en Bogotá, Colombia, el Premio Latam 2025, el número 1 en el área digital de Latinoamérica y que se emite para reconocer y celebrar la innovación y el crecimiento en la transformación digital en el área de los aprendizajes.

Meritoriamente, en República Dominicana tiene presencia desde el 1934 la congregación religiosa fundada por San Juan Bosco: Los Salesianos, extendidos por más de 130 países y que a nivel local se centran en la formación integral de jóvenes, especialmente en aquellos situados en riesgo y de clases necesitadas, combinando la educación académica y técnico-profesional con la formación humana y cristiana a través de escuelas, politécnicos, oratorios y centros juveniles con una labor que pone énfasis en la preservación de los valores humanos y éticos.

A UN PASO DEL MAL

En el año 2024 el Banco Mundial situaba en un preocupante 25.8% la proporción de jóvenes de República Dominicana en desocupación total tanto de actividades productivas como de la imprescindible formación educativa. En el censo del año 2022 el porcentaje se registraba menor incluso por debajo del medio millón de ese segmento de la población. A decir verdad, otra fuente de estudios demográficos arrojó un porcentaje menor pero cercano al no onveniente 20%.

El asunto es que entre los factores que aproximan a jóvenes del país a conductas delictivas aparecen «situaciones económicas de desventaja y carencia de servicios de apoyos adecuados para los adolescentes y adultos jóvenes y sus familias que los aleja de un manejo adecuado de la violencia intrafamiliar, el abuso infantil y las necesidades de preservar la salud mental y superando discapacidades para no naufragar bajo el embate de las adversidades».

A esto se agrega la posibilidad de sumergirse en una vida criminal en ausencia de políticas educativas del Estado que promuevan los valores morales poco defendidos por un sistema judicial que impone castigos leves a los actos antisociales en un marco de falta de oportunidades que lleva a los jóvenes a conflictos con la ley. Al parecer, no abunda en el país el valladar preservador de las buenas costumbres y del respeto al prójimo de que se ocupan tan contundentemente las entidades citadas anteriormente que se dedican a armar de destrezas profesionales y técnicas a las nuevas generaciones.

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Criterios académicos son repetidos hasta la sociedad para describir al tramo existencial juvenil como una etapa de luces y sombras; «de grandes oportunidades, y de suficiente energía para impulsar cambios sociales». Los jóvenes son vistos desde la cátedra académica como factor clave para el desarrollo social, la innovación y el progreso. Espontáneamente, un gran sector de la juventud en muchas sociedades, incluyendo la dominicana, estrecha relaciones con las tecnologías que hoy transforman el mundo y que aportan nuevas formas eficientes de socialización.

DROGAS INCIDEN

Aunque son escasas las estadísticas actualizadas y creíbles que certifiquen el nivel de uso de sustancias alucinógenas entre jóvenes del país datos recabados en entidades de rehabilitación por el suplemento El Dinero indicarían que la marihuana tiene acentuada presencia en el inicio de los consumos ilegales de menores de edad. Datos de otro origen admiten que todavía la preferencia por el alcohol y el tabaco, clasificados como sustancias psicoactivas, están por encima de cualquier otro consumo adictivo aunque se registra una tendencia juvenil a alejarse de la cerveza, lo que se refleja en el tremendo énfasis publicitario de las cerveceras palpablemente dirigido a la muchachada.

En el informe sobre uso de sustancias reguladas de hace menos de dos años emitido por la Oficina de las Naciones Unidas contra las drogas y el delito (UNODC) se reporta un aumento mundial del consumo de estupefacciones de un 23% en el último decenio, incidiendo sobre el 5.8% de la demografía del planeta. Respuestas a preguntas periodísticas emitidas por el Consejo Nacional de Drogas local indican, sin basarse en mediciones estadísticas, que la problemática del consumo de drogas continúa plenamente vigente en el país.

Hogares Crea Dominicano ha dado informaciones que confirman que el alcohol, el tabaco y la marihuana son drogas iniciales frecuentes entre los pacientes de rehabilitación tratados en sus 42 residencias ubicadas en varias localidades del país. Sin embargo clasifica como de mayor impacto negativo en la juventud dominicana al crack, una «piedra» basada en la cocaína a la que se causa una reacción con bicarbonato de sodio que deriva en cloruro de sodio y es favorita para perder festivamente la conciencia.

En ese estado llega a Hogar Crea el 60% de los menores de edad con problemas de consumo y conducta.

COSA DE HOMBRES

Existe la posibilidad de que la correlación entre géneros haya cambiado en alguna medida en República Dominicana pero hace más de un decenio que el Consejo Nacional de Drogas estimó que solo un 1.3% de las mujeres y el 5.3 de los hombres en el país había consumido drogas alguna vez en su vida. Esto encaja en lo que ocurría para entonces en Colombia (cercano en varios órdenes a Rep. Dom.) en el que el contacto con estupefacientes era tres veces mayor entre colombianos que entre colombianas.

Entre las comprobaciones estadísticas que indicarían una mayor propensión a la adicción a estupefacientes en el género masculino que en el de su contraparte está lo que publicó recientemente una agencia local que se maneja con adictos (y no autoriza el uso su nombre) en el sentido de que en gran parte del país la población inferior en edades a los 30 años el 15% de los ciudadanos ha consumido droga alguna vez en su vida con 22.8% hombres y 7.6% mujeres.

Una búsqueda de las precondiciones de los varones para caer en adicciones llegó hace algunos años a la conclusión de que estos son mas guiados en sus actos por la curiosidad, apelan más al alcohol que las hembras al lidiar con la depresión, además de asociar más ese consumo al modelo de masculinidad hegemónica a partir de la suposición de que su rol en la vida es determinante culturalmente para correr riesgos e incurrir en excesos, superando a los demás.

Además, anatómicamente los seres femeninos tienen cierta intolerancia natural a los narcóticos por una menor proporción de masa corporal, un metabolismo diferente al de los varones en la absorción de sustancias y su distribución por la sangre. Una menor cantidad genera en ellas un efecto traumatizante más rápido e intenso. Se recuerda que, al menos en el pasado, el alcoholismo era combatido generando medicinalmente con hipodérmicas un rechazo orgánico a la borrachera.

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