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El pan para mayo de las pensiones y la exclusión social. El desempleo, que alcanza al 14% de los dominicanos en edad productiva, y los que se ganan el pan en el sector más extendido de la economía que es el informal (57%), restan un significativo flujo de recursos al sistema de ahorros que pretende ser el refugio más accesible para quienes deben pasar a retiro.
A pesar de la favorable rentabilidad captada con la colocación en el mercado financiero del crecido patrimonio aportado por los afiliados al Fondo de Pensiones, la ausencia tan numerosa de cotizantes en el mecanismo de protección a futuro tiene categoría de problema social.
La universalidad es meta obligada para el equilibrio funcional de las entidades que captan y administran el dinero de sus asociados con fines reproductivos para retornarlo con acumulación de réditos, o como pagos de jubilación, a quienes lo hicieron crecer con historiales de trabajo.
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Una más extensa participación de ahorrantes debe provenir de un mayor nivel de desarrollo que por ser inferior en este momento tiene a la economía demandando menos manos de obra y lanzando a gran parte de la población a desempeños de subsistencia y desprotección institucional.
Falta avanzar hacia la adjudicación de pensiones acordes al costo que suba la vida, a lo que sería posible llegar más sólidamente con la expansión de la membrecía. Que nadie se quede sin bailar y puedan crearse las bases de un sistema pensionista que, como en otras países, garantice cobertura hasta el final de la vida.
