El Papa Francisco cruzó el martes la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro y, al caer la Nochebuena, dio inicio al Jubileo de los Peregrinos de la Esperanza que se celebrará a lo largo del 2025. Ante decenas de miles de romanos y peregrinos procedentes de todo el mundo, el Santo Padre, como uno más de ellos, protagonizó la icónica instantánea que da comienzo al Año Santo.
La cita universal que la Iglesia Católica celebra cada cuarto de siglo llega en un momento histórico de gran incertidumbre internacional, marcado por el desorden geopolítico y esa «guerra mundial fragmentada» de la que lleva tanto tiempo avisando, a lo largo de su pontificado, Jorge Mario Bergoglio. Así pues, por un lado, la materialidad de los conflictos; en el opuesto, la intangibilidad de la esperanza.
Toda la fuerza simbólica de la Puerta Santa se inspira en una frase concreta de Jesús quien, en el Evangelio de Juan, pronuncia las palabras: «Yo soy la puerta» y quienes «entrarán a través de mí, se salvarán». El Jubileo es un momento muy trascendente desde el punto de vista espiritual para los católicos de todo el mundo, que se caracteriza por el perdón de los pecados y por la indulgencia entendida como expresión de la misericordia.
El Pontífice argentino ha subrayado, en los últimos días, la importancia del Jubileo como una ocasión para la «reflexión», el «recogimiento» y la «escucha»; un momento para «hacer balance de nuestras vidas, como individuos y como comunidad». Para el Papa Francisco es importante «mantener encendida la llama de la esperanza» y que «cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta y corazón confiado». El Jubileo, para el Santo Padre, «ayudaría a un clima de confianza» como señal de un «nuevo renacimiento», posible sólo «si somos capaces de recuperar el sentido de la fraternidad universal«.
Los fieles, tras una larga peregrinación, atraviesan desde hace siglos la Puerta Santa y veneran las reliquias de los apóstoles Pedro y Pablo conservadas en las basílicas romanas. El primer Jubileo de la historia fue convocado por el Papa Bonifacio VIII, en el año 1300. La frecuencia de los Jubileos se ha ido modificando con el tiempo, dado que al principio era cada siglo; luego cada 50 años por Clemente VI (1343) y más tarde cada 25 años por Pablo II (1470). Los más conocidos, como el que acaba de comenzar, son los Jubileos ordinarios; pero también los hay extraordinarios, como el que convocó el propio Papa Francisco en 2015 como Año Santo de la Misericordia.
En los últimos meses, Roma ha sido escenario de numerosas obras públicas repartidas por las distintas áreas de la capital italiana, especialmente en las zonas aledañas a la Ciudad del Vaticano. En los últimos días, los romanos y visitantes han podido observar, por ejemplo, la peatonalización de rincones icónicos del barrio de Prati; la inauguración del túnel subterráneo debajo de la también peatonalizada Plaza Pía -posicionada en el otro extremo de Vía de la Conciliación, la avenida que asoma directamente a la Basílica de San Pedro-; o la remodelación de la estación de trenes de San Pedro. Son sólo algunas de las 204 obras totales repartidas por toda la Ciudad Eterna vinculadas al Jubileo de 2025. Todo ello para recibir, atendiendo a los datos publicados por el Ayuntamiento de Roma, a más de 30 millones de peregrinos procedentes de todos los rincones del planeta y que se sumarán a los más de 50 millones de turistas que visitarán la capital italiana.