El papa Francisco criticó hoy el «escaso sentido de responsabilidad» de quienes usan el teléfono mientras conducen, durante una audiencia con miembros de la policía vial y ferroviaria de Italia.
«Con las carencias del sistema vial, que necesita ingentes inversiones en modernización y seguridad, se debe tener en cuenta el escaso sentido de responsabilidad de muchos conductores que a menudo parece que no se percatan de las consecuencias graves de sus descuidos», por ejemplo, el uso impropio del teléfono al volante, dijo.
Esto, indicó, viene provocado «por unas prisas y una competencia asumidas como forma de vida que convierte al resto de conductores en obstáculos».
«Hace de los otros conductores obstáculos o adversarios a superar, transformando las carreteras en circuitos de Fórmula Uno y la línea del semáforo en la línea de salida de un gran premio» de automovilismo, apuntó.
Por ello, en su opinión, «para incrementar la seguridad no bastan las sanciones, sino que se necesita una acción educativa que conciencie más sobre las responsabilidades que se tienen sobre quienes viajan al lado».
En un mundo que asiste a «una multiplicación de los traslados», añadió, «una movilidad eficiente y segura se ha convertido en una exigencia primaria e imprescindible para una sociedad que quiera seguir desarrollándose y asegurar el bienestar de sus miembros».
Destacó también que el sector ferroviario italiano necesita «mantenimiento e inversiones estructurales» y su insuficiencia ocasiona «cada día problemas a millones de trabajadores y viajeros».
Además, «con frecuencia, tal y como demuestra la crónica de sucesos, provoca incidentes mortales», señaló.
Afirmó que, ante las infracciones, «tanto en las acciones de control como en las represivas», los agentes deben recurrir «a un uso de la fuerza que no degenere jamás en violencia».
«Para ello, se necesita gran sabiduría y autocontrol, sobre todo cuando el policía es visto con desconfianza o casi como un enemigo, en vez de como un custodio del bien común. Esto último por desgracia es un mal difundido que, en ciertas zonas, alcanza el pico de una contraposición entre el tejido social y el Estado», denunció.
El papa recordó a los agentes que su servicio, «a veces no estimado adecuadamente», les sitúa en el corazón de la sociedad y lo definió como «una misión a cumplir con honor y profundo sentido del deber».