El Papa cumplió con los objetivos de su visita a Gran Bretaña

<P>El Papa cumplió con los objetivos de su visita a Gran Bretaña</P>

Londres, (AFP).- Benedicto XVI cumplió sus objetivos durante los cuatro días que pasó en el Reino Unido, donde borró su imagen de «Rottweiler de Dios» y distendió las relaciones con los anglicanos, estimaron analistas, aunque mostraron prudencia en cuanto a los efectos duraderos de esta visita.

La prensa británica había anticipado casi unánimemente en portada un fracaso de relaciones públicas. El lunes, en sus páginas interiores, hacían un balance más contrastado, a veces hasta elogioso, aunque ninguno llegaba a los niveles de La Stampa, que tituló: «El Papa conquista Londres».

En la columna de los logros figura el álbum de fotos de recuerdo: primer encuentro con la reina Isabel II, Gobernadora Suprema de la Iglesia anglicana cuyo antiguo predecesor, Enrique VIII, rompió con Roma y el catolicismo en 1534; primera «visita fraternal» al arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, jefe espiritual de la Iglesia anglicana, en su residencia oficial de Lambeth Palace; y primera homilía en la abadía de Westminster, considerada durante mucho tiempo como un refugio «antipapista».

Los analistas destacan la habilidad del papa alemán, que rindió homenaje a la resistencia británica «bajo las bombas nazis» y abogó por el acercamiento de las Iglesias católica y anglicana evitando los temas que dividen, especialmente las medidas para facilitar la conversión de los tradicionalistas anglicanos tentados por «una deserción».

También multiplicó las condenas de los abusos sexuales de menores por parte de los clérigos. Estos «minan gravemente la credibilidad de los responsables de la Iglesia», afirmó el Papa el domingo en Birmingham.

Sobre este tema, el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Robert Zollitsch, volvió a reiterar el lunes que la Iglesia católica tardó demasiado en reconocer estos casos de abusos.

«Sabemos que fracasamos», declaró. «No hubo alegato para acabar con los preservativos, no hubo condena de la homosexualidad y no hubo grito de unión contra el aborto. De hecho, no hubo evangelización pura y dura», señaló Peter Stanford, cronista del catolicismo en tierra anglicana. Antes de su llegada, Benedicto XVI era considerado como un «lejano extremista teutón», señaló el Times. «Como en anteriores viajes –a Turquía, República Checa o Francia–, el Papa desmintió las previsiones y conquistó la opinión pública», dijo a la AFP Sandro Magister, vaticanista del Espresso.

Pero, señaló, «aunque hubo una fuerte comprensión recíproca sobre el hecho que las dos Iglesias deben cooperar juntas frente a la secularización de la sociedad», el Papa se abstuvo de abordar «temas discordantes». Muchos medios caen en el estereotipo perruno, como el Sunday Telegraph: «¿Un Rottweiler? No, es un santo abuelo». Pero pocos son los que, como el Guardian, abordan la visita bajo el ángulo de la «curiosidad anacrónica». Tras la marcha del Papa, quedan numerosos interrogantes con respecto al futuro.

El Papa y Rowan Williams no han ocultado que queda camino por recorrer, insistiendo en un comunicado conjunto en su «acuerdo sobre la importancia de mejorar las relaciones ecuménicas y continuar el diálogo». «Hay todavía suspicacias en torno a que Benedicto sigue siendo inflexible (…) y que si los anglicanos quieren la unidad de los cristianos, ésta debe hacerse según las condiciones de Roma», escribió sin embargo el lunes el analista del diario The Times.

«La euforia no es algo que dure mucho tiempo», señaló por su parte Catherine Pepinster del semanario católico The Tablet y se preguntó sobre el «impacto a largo plazo» de una visita que –durante un momento– ayudó a «unir a los católicos y a humanizar al Papa». Finalmente, muchos comparan los 400.000 fieles que movilizó Benedicto XVI con el millón que siguieron a su predecesor, Juan Pablo II, en su «visita pastoral» de seis días en 1982.

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