LIMA .— El papa Francisco cerrará hoy la más polémica y violenta visita de su pontificado con una serie de encuentros con líderes de la iglesia peruana y una última misa en una base de la fuerza aérea en Lima.
Se prevé que la misa atraiga a cientos de miles de feligreses peruanos antes de que el pontífice viaje de regreso a Roma _ lo que sería un marcado contraste con la despedida que recibió en Chile, en donde su homilía final atrajo a muchas menos personas de lo anticipado y en donde hubo poca gente para presenciar su recorrido por las calles.
“Ojala mañana temprano, el Perú entero y yo podamos verlo más cerca”, dijo Nicolás Astete, una de las más de 3.000 personas que se reunieron la noche del sábado afuera de la Nunciatura Apostólica de Lima con la esperanza de poder ver al pontífice antes de que se retirara a descansar.
“¡Qué venga!”, gritó la multitud a Francisco mientras se abría paso hacia la embajada papal.
A pesar de la ensordecedora bienvenida que ha recibido el pontífice durante su estancia en Perú, la indignación por el manejo de la iglesia católica al escándalo de abuso sexual por parte de clérigos en Chile y las propias declaraciones de Francisco al respecto, continúan ensombreciendo su visita. La atención se centrará en la misa del domingo por cualquier comentario que Francisco pueda emitir sobre una crisis que esperaba ayudar a enmendar con una visita a la generalmente acogedora región sudamericana.
Durante su viaje de siete días a Chile y Perú, Francisco se disculpó personalmente con los sobrevivientes de abuso sexual por parte de sacerdotes, se adentró a la Amazonia para reunirse con líderes indígenas, denunció los estragos de la corrupción y la violencia contras las mujeres en Latinoamérica y llamó al gobierno chileno y a las facciones radicales Mapuche a resolver por medio de la paz una de las disputas más añejas de la región.
Pero el papa también atrajo un rechazo sin precedentes. Al menos una docena de iglesias en todo chile fueron quemadas y la policía antimotines lanzó gases lacrimógenos y arrestó a los manifestantes que intentaron montar una protesta durante su misa en Santiago.
Francisco atizó la indignación cuando acusó de difamación a las víctimas del sacerdote pedófilo más reconocido de Chile. El pontífice argentino de 81 años de edad dijo que hasta que vea evidencia de que el obispo Juan Barros fue cómplice en el encubrimiento de los crímenes, las acusaciones de complicidad contra Barros por parte de las víctimas son “calumnias”.
La declaración provocó que incluso el máximo asesor de Francisco en materia de abuso clerical expresara una sorpresiva crítica al pontífice, al decir que sus palabras “fueron una fuente de gran dolor para los sobrevivientes de abuso sexual por parte del clero o cualquier otro perpetrador”.
El reproche ocurrió el sábado mientras Francisco ofrecía consuelo a los habitantes de una ciudad costera del norte de Perú que resultó fuertemente afectada por las inundaciones causadas por El Niño que dejaron más de 150 muertos en todo el país el año pasado. Durante su estadía de tres días en Perú, Francisco también toco varios delicados asuntos sociales, y llamó a las corporaciones a poner fin a la explotación de excavaciones en la Amazonia, al reconocimiento de los pueblos indígenas por parte del gobierno y a una mayor transparencia política.
Francisco concluirá su viaje con una visita a algunos de los sitios más sagrados de Lima.