El Papa Francisco y la iglesia pobre

El Papa Francisco y la iglesia pobre

!Cómo desearía una iglesia pobre y para los pobres!” fue uno de los enunciados célebres y terminantes del Papa Francisco durante su primer año de pontificado, aniversario transcurrido casi de forma imperceptible el jueves 13 de marzo, franca expresión de humildad sacerdotal.

En este lapso el primer pontífice latinoamericano, el argentino Jorge Mario Bergoglio, Su Santidad el Papa Francisco, ha recalcado el origen pobre de Jesucristo y su iglesia apostólica, y lo ha hecho a expensas del propio clero, como cuando afirmó: “La corte del Vaticano es la lepra del papado. La curia tiene una visión vaticano-centrista y se olvida del mundo que nos rodea. No comparto esa visión y haré todo lo posible por cambiarla”.

Francisco tiene razón en cuanto a la pobreza eclesiástica, pero me pregunto: ¿Es posible hoy una iglesia pobre y para los pobres? Si Jesús pone en guardia a todos sus discípulos contra el peligro de las riquezas, a los que quieren seguirle más de cerca, y en primer lugar a sus apóstoles, les pide que abracen la pobreza efectiva, y así los misioneros de la casa de Israel no deben llevar consigo “oro, plata ni cobre”.

Es cierto que la aplicación literal de semejante consigna nunca será posible, y así San Pablo tendrá un presupuesto misionero y caritativo; con todo, el Apóstol sigue anunciando gratuitamente el Evangelio y sabe vivir en la carencia absoluta. La comunidad de los primeros catecúmenos agrupados en Jerusalén en torno a los apóstoles se esforzaba también por imitar su pobreza, y la iglesia conservó siempre la nostalgia y la práctica de esta vita apostólica, en la que ninguno tenía por propia cosa alguna”.

La riqueza es el pecado original de la Iglesia, ¿logrará Francisco expiarla, empobreciéndola?

 

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